CIENCIA: CryoSat: diez años en plena forma
Se han cumplido diez años desde que el cohete Dnepr despegó de un silo subterráneo en la remota estepa de Kazajistán, poniendo en órbita uno de los satélites de observación de la Tierra más destacados de la ESA. A CryoSat, perfectamente protegido dentro del cohete, le esperaba una ardua labor: medir las variaciones en la altura del hielo terrestre y revelar cómo el cambio climático está afectando a las regiones polares. Gracias a su novedosa tecnología, esta extraordinaria misión ha hecho posibles innumerables descubrimientos científicos que van mucho más allá de su objetivo inicial de medir el hielo polar. Y, diez años después, continúa superando las expectativas.
El lanzamiento de un satélite siempre es un momento de inquietud, pero el despegue de CryoSat el 8 de abril de 2010 fue más tenso de lo habitual, ya que habían pasado menos de cinco años desde que el satélite original se perdiera debido a un fallo en el funcionamiento del cohete. No obstante, era tan importante comprender lo que le estaba sucediendo al hielo de la Tierra que rápidamente se decidió reconstruirlo. Por suerte, tal día como hoy hace justo diez años comenzó una misión que ha permitido un avance inigualable en la ciencia polar.
Mientras que otros satélites pueden medir los cambios en la extensión del hielo del planeta, CryoSat completa el panorama al registrar los cambios en la altura del hielo, datos que luego se utilizan para calcular las variaciones en el grosor y el volumen, claves para comprender cuánto hielo se ha perdido en total.
CryoSat fue diseñado para observar dos tipos de hielo: las vastas capas de hielo de la Antártida y Groenlandia, que descansan sobre tierra, y el hielo marino que flota en los océanos polares. Estos dos tipos de hielo no solo tienen consecuencias distintas para nuestro planeta y para el clima, también suponen retos diferentes a la hora de medir su grosor.
Para llevar a cabo su misión, CryoSat transporta el primer altímetro radar interferométrico de apertura sintética, un sensor optimizado para detectar bancos de hielo marino que flotan a la deriva en el océano y para estudiar los glaciares que se desprenden del manto de hielo polar.
Como señala Josef Aschbacher, director de los Programas de Observación de la Tierra de la ESA: “CryoSat es el paradigma de explorador terrestre de la ESA. Emplea tecnología totalmente nueva para avanzar en nuestro conocimiento científico. La cuestión de la desaparición del hielo debido al cambio climático realmente nos preocupa, y en los últimos diez años esta misión ha supuesto un punto de inflexión”.
“Por ejemplo, CryoSat ha contribuido a una serie de hallazgos recientes y preocupantes: Groenlandia y la Antártida están perdiendo hielo a una velocidad seis veces mayor que en los años noventa, lo que tiene consecuencias evidentes para el aumento futuro del nivel del mar. Datos como este son vitales para la aplicación de políticas internacionales en respuesta al cambio climático”.
Andrew Shepherd, de la Universidad de Leeds (Reino Unido), añade: “La contribución de CryoSat a la ciencia polar es realmente extraordinaria. No solo tenemos una imagen clara de cuánto hielo está desapareciendo de la Tierra, sino que sus mediciones han ayudado a mejorar los modelos que utilizamos para predecir el futuro cambio climático, una información crítica para que la sociedad se adapte”. (NCYT)