Cómo contribuyen las grandes tecnológicas a la censura china

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Se puede vivir sin Google y Facebook. ¡Faltaría más! Ambas empresas han facilitado las cosas al ciudadano. Han mediado para llevar a internet a las cotas de penetración tan altas. La mirada occidental, a veces orgullosa, suele fijarse en su ombliguito dejando la lado lo que se hace en el otro continente, Asia, que ha asentado una cultura más bien distinta. China, el mayor país de este planeta en constante cambio, ha abrazado al capitalismo en los últimos años. Ese aperturismo está reñido con su manera de hacer negocios. Y las grandes tecnológicas no han querido perder la oportunidad de sacar tajada de un mercado de 1.300 consumidores.

La baja de pantalones de las «Big Tech» es evidente. No molestar es la primera regla. A pesar del bloqueo de los servicios de Google o la red Twitter, los chinos están a la vanguardia y utilizan distintos servicios propios en sus comunicaciones. En 2010 Google cesaba la mayoría de sus operaciones en China continental a raíz de los ataques cibernéticos contra usuarios de Gmail y de los desacuerdos con el Gobierno sobre el control a los resultados de búsqueda. Ha pasado el tiempo pero no lo echan de menos. Hay numerosas alternativas fiables y potentes por todo el mundo. Pero suceden situaciones que vuelven a llamar el fantasma de la censura. No quieren que se cuelen mensajes peligrosos, pero eso no significa que los chinos no naveguen por el océano de internet con copias locales de servicios que, sin embargo, a veces superan en prestaciones a las propuestas estadounidenses.

Cuando un grupo de activistas que participaron en las protestas de la plaza de Tiananmen en 1989 se reunieron virtualmente a través de la plataforma de videollamadas de moda, Zoom, nunca pensaron que el régimen iba a disolverlos. Lo hizo a expensas de la plataforma, que lo permitió, metió la mano y cedió a las presiones bloqueando a varios usuarios. En declaraciones a «The Telegraph», uno de los organizadores dijo que el gobierno chino fue agresivo y asaltó la democracia.

«El gobierno chino nos informó que esta actividad es ilegal en China y exigió que Zoom cancelase las reuniones y las cuentas de los anfitriones», reconoció en un comunicado la compañía, que gestiona unas 300 millones de cuentas en todo el mundo. Pese a todo, la empresa ha insistido en que no colabora con el régimen: «No proporcionamos ninguna información del usuario ni contenido de la reunión al gobierno chino. No tenemos una puerta trasera que permita que alguien entre a una reunión sin ser detectado».

Otra empresa que se ha plegado recientemente a los intereses chinos ha sido Apple, que ha decidido retirar recientemente la aplicación Pocket Casts de la App Store en China por incluir «contenido ilegal». Lo ha hecho después de recibir una petición de la Administración del Ciberespacio China -CAC, por sus siglas en inglés-, según comentaron los propios desarrolladores de la aplicación en un comunicado. Como no le gustaba la idea, el Gobierno ordenó que un juego viral llamado «Plague Inc», en el que los usuarios debían «infectar» a los ciudadanos se tenía que retirar de las tiendas.

Pero el gigante de la tecnología tiene un largo historial de disputas con el régimen chino. En 2017, eliminó de la App Store en el país la mayoría de aplicaciones VPN, unos servicios que permiten a los usuarios de iPhone burlar el sistema de censura del país. Los desarrolladores que crearon las aplicaciones tuvieron que registrarse oficialmente. Las ventas locales de Apple son excepcionales; es su primer mercado.

Amazon también prohibió entonces los servicios de VPN de la versión china de su plataforma de computación en la «nube». Facebook, por su parte, ha tenido cierta tiranteces; ha estado explorando maneras de ganarse el favor del gobierno chino. Pocas empresas estadounidenses han sabido manejar la situación. Google, a través de la plataforma de vídeos YouTube, llegó a censurar las críticas contra el régimen a pesar de ser un servicio prohibido en el país. (ABC)

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