El virus se dispara en Brasil y México ante la pasividad de sus líderes

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Los gobiernos de Latinoamérica hablan de volver a la normalidad como si el virus ya fuera historia, pero la enfermedad sigue al alza en la región, nuevo epicentro mundial. Los picos de contagios se esperan en julio y se teme el colapso de sus débiles estructuras hospitalarias. Mientras en Europa y Asia los casos decrecen, dos países del continente, Brasil y México, lideran los fallecimientos diarios en el planeta, sobrepasando el millar.

En estos países sus mandatarios reaccionaron tarde a la pandemia, como el mexicano Andrés Manuel López Obrador, o simplemente no reaccionaron, como el negacionista brasileño Jair Bolsonaro. La OMS está muy preocupada por Brasil, que tiene el epicentro en São Paulo: con 210 millones de habitantes, es el país más poblado de Latinoamérica y el quinto del mundo, pero ya es el segundo del globo en contagios tras EE.UU. y por encima de Rusia, con la salvedad de que los norteamericanos llevan realizados veinte veces más tests que los brasileños.

Por ello es más elocuente mirar la cifra de fallecidos. Con 32.548 muertos, según los últimos recuentos, es solo cuestión de horas que Brasil supere a Italia en la tercera posición de este indeseable ranking mundial. Aunque el índice de muertes por millón de habitantes sigue siendo bajo (153) –España tiene 580–, los contagios en el gigante sudamericano escalan aceleradamente, ayudados por los mensajes de desprecio al virus de Bolsonaro.

“Lamento todos los muertos, pero es el destino de todo el mundo”, dijo esta semana el presidente brasileño, apoyado ciegamente por una tercera parte de la población, lo que incide en que muchos brasileños no respeten las cuarentenas impuestas por los gobernadores de cada estado, ante la negativa del mandatario a restringir actividades a nivel federal. El propio Bolsonaro ha tomado por costumbre darse baños de masas cada fin de semana en Brasilia, participando en manifestaciones en su apoyo: el domingo pasado se subió a un caballo, sin mascarilla y sin respetarlas distancias.

Brasil lleva tres semanas sin ministro de Salud y no parece que Bolsonaro tenga prisa en nombrar uno. Tras la dimisión de Nelson Teich que, al igual que su predecesor, Luiz Henrique Mandetta, dejó la cartera por la actitud del mandatario, el ministerio sigue provisionalmente en manos de un militar, el general Eduardo Pazuello.

Otro caso es México. Aunque tarde, el izquierdista López Obrador apoyó las medidas de confinamiento, pero durante toda la crisis ha enviado mensajes erráticos y, en ocasiones, tan esperpénticos como los de Bolsonaro. Con 125 millones de habitantes, el segundo país más poblado de Latinoamérica superó esta semana el millar de muertos en un día y ya acumula 11.729 fallecimientos; séptimo en el listado mundial tras España, aunque con 91 fallecimientos por millón de habitantes. Los casos confirmados pasan de los 100.000 pero con poquísimos tests, la tercera parte que en Brasil.

Con epicentro en su capital, México tuvo el miércoles 1.092 muertos, causando alarma pues el día anterior habían sido medio millar.
López Obrador salió ayer a desdramatizar, alegando que el abultado salto se debió a “un ajuste en defunciones que se habían presentado con anterioridad y no se habían registrado”. El presidente mexicano acusó a la prensa de “amarillismo” y pidió no “alarmarse” y “que no haya psicosis”. Contradiciendo la tendencia, el líder mexicano sostiene que el virus disminuye y es partidario de reabrir paulatinamente las actividades, lo que llama “nueva normalidad”.

No obstante, López Obrador dejó claro que “no se trata de relajar la disciplina, se trata de seguirnos cuidando, de seguir manteniendo la sana distancia, de no salir de la casa si no es para lo indispensable”. Y el mandatario, además de los consejos habituales de lavarse las manos y mantener las distancias, ofreció ayer, en su tradicional rueda de prensa matutina, otras indicaciones para prevenir la propagación de la pandemia. “Estar bien con nuestra conciencia, no mentir, no robar, no traicionar, eso ayuda mucho para que no dé el coronavirus”, aseguró. (La Vanguardia)

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