El conservador Andrzej Duda ha ganado, por una estrecha mayoría y en una de las batallas más cruentas de los últimos años, las elecciones presidenciales, al derrotar al candidato liberal, el alcalde de Varsovia, Rafa Trzaskowski. Duda obtuvo un 51,21% de los votos frente al 48,79% de votos del opositor, según los datos difundidos la mañana de este lunes por la comisión electoral después del recuento del 99,97% de los distritos.

Los resultados oficinales no serán anunciados, sin embargo, hasta más tarde.

El estrecho margen de diferencia refleja la profunda división cultural en este país que forma parte de la Unión Europea y es el resultado de una amarga campaña dominada por asuntos relacionados con la cultura, en los que el gobierno, los medios públicos y la Iglesia católica han prestado todo su apoyo al candidato social conservador. Duda, que está apoyado por el partido derechista Ley y Justicia, ha hecho una campaña basada en los valores tradicionales y en el gasto social en un partido en el que la iglesia católica tiene una especial influencia.

Duda tomó los derechos del colectivo LGBT como chivo expiatorio de su campaña, al calificarlos de “una ideología peor que el comunismo”. El alcalde de Varsovia, por el contrario, firmó una declaración de apoyo y defensa de los derechos de los colectivos homosexuales. El partido en el gobierno califica estos derechos como una ideología “de importación” que atenta contra la identidad de Polonia. La Unión Europea ha denunciado la retórica anti-homosexual y algunos países de la Unión Europea han pedido que se les restrinjan los fondos comunitarios al país por someter a una campaña de intimidación a los colectivos de gays y lesbianas.

En este empeño los nacionalistas contaron con el auxilio de la Iglesia católica, cuyos numerosos jerarcas y párrocos respaldaron a Duda sin ambages, colocando carteles en las parroquias e incitando a los feligreses en las homilías a votar por él.

El arzobispo de Cracovia, Marek Jedraszewski, ha comparado una vez más con el comunismo la idea de conceder iguales derechos a las minorías sexuales e introducir la educación sexual como asignatura escolar.

El pasado viernes, en la recta final de la campana, Jedraszewski, dijo que “Europa y Polonia se enfrentan de nuevo a una amenaza mortal, esta vez de carácter cultural. La gente está indefensa ante esta ideología inspirada en el marxismo que socava el matrimonio y la familia y propugna la depravación moral de la juventud y los niños. ¡Virgen María, sálvanos de esta dictadura de la minoría!». (La Vanguardia)

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