Trump sustituye a su jefe de campaña mientras naufraga en las encuestas

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Ganar una campaña presidencial desde la Casa Blanca no tiene porqué ser más difícil –al contrario, la inmensa mayoría de presidentes de Estados Unidos son reelegidos– pero sí es un reto diferente y Donald Trump no acaba de dar con la fórmula adecuada.

Lleva meses diciendo que los sondeos se equivocan. Insiste en que los estadounidenses aplauden su gestión de la pandemia. Ha defendido los símbolos de la vieja Confederación cuando el país ha decidido deshacerse de ellos por su carga racista. Ha culpado a la prensa del fiasco de su mitin en Tulsa, al que asistieron unos pocos miles de personas cuando él había presumido de que esperaban a un millón. A menos de cuatro meses de las elecciones, Trump se ha rendido a la evidencia: sus posibilidades de ser reelegido están hoy por hoy muy comprometidas.

En plena tormenta, el presidente acaba de relevar al capitán. Brad Parscale, su antiguo gurú, el diseñador de webs que con tanto acierto y polémicas artes colocó sus anuncios en Facebook en el 2016, ha sido cesado como jefe de campaña y volverá a limitarse a dirigir su estrategia digital. Le sustituye Bill Stepien, un veterano estratega republicano que ya trabajaba en la campaña del presidente.

Con toda su magia del 2016, Parscale –un diseñador de webs de San Antonio (Texas) al que años atrás la Organización Trump le encargó el diseño de la página de sus vinos y las cremas faciales de Melania– carecía de experiencia en política y en una campaña como esta no basta con colocar publicidad a medida de los deseos y las fobias de los votantes. Su suerte se torció para siempre cuando, en abril, mostró a Trump varias encuestas electorales muy negativas.

El presidente enfureció ante los datos. Insistió en que no podían ser correctos. Desoyendo los consejos de sus asesores, Trump ha seguido ahondando en sus mensajes políticos más divisivos en lugar de intentar llegar a los votantes independientes o moderados, como se vio en su mitin de Tulsa o en su discurso por el cuatro de julio a los pies del monte Rushmore.

La insatisfacción general con su forma de gestionar la pandemia, actualmente descontrolada en Estados Unidos, ha terminado por hundir sus perspectivas electorales. El prestigioso sondeo mensual del la universidad de Quinnipiac lo sitúa ahora mismo 15 puntos por detrás de su rival demócrata, Joe Biden. Solo el 37% de los votantes se inclina actualmente por reelegir a Trump, el 52% apuesta por Biden. La media de sondeos estaba hasta ahora en unos nueve puntos a favor del demócrata.

La ampliación de la ventaja de Biden está relacionada con el gran cambio de fondo detectado por esta encuesta de referencia, la opinión de los estadounidenses sobre la capacidad de uno y otro candidato de gestionar la economía. O, mejor dicho, la crisis económica. Ahora que ha quedado claro que la decisión de reabrir la economía demasiado pronto ha contribuido al fuerte repunte de los contagios (están a su nivel más alto), por
primera vez los estadounidenses confían más en la capacidad de Biden de gestionar la economía que en la de Trump. (La Vanguardia)

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