Altamira reabre las visitas a la cueva original con una familia que lo pidió hace 21 años

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Un cúmulo de casualidades de la nueva normalidad ha hecho que hoy, 21 años después de haberlo pedido, la familia de Antonio González Iglesias sea el primer grupo en acceder a la original de Altamira, cavidad de arte rupestre Patrimonio de la Humanidad, tras permanecer cerrada por la pandemia del coronavirus.

La visita, solicitada el 23 de junio de 1999, ha sido «un regalo muy especial» para los cinco miembros de la familia de González Oreña -decano del Colegio de Biólogos de Cantabria-, su mujer, su hija, su novio y un amigo, y tras su estancia en la cueva han salido «impresionados y abrumados» por la «magia» que tiene Altamira.

Ha sido un recorrido de 37 minutos, con un itinerario con tiempos de permanencia definidos para cada estancia, ocho de ellos frente al techo de los polícromos, enfundados en monos desechables, gorro, mascarillas, así como un calzado especial que facilita el museo.

Aunque la había visitado siendo un niño -nació en el vecino pueblo de Oreña-, González Iglesias pidió acceder la cueva original con el antiguo régimen de visitas que se aplicaba desde los años 80 hasta 2002, cuando se cerró al público por estudios de conservación y nadie, excepto los científicos, volvió a ver la cavidad hasta 2014.

Entre febrero de ese año y el pasado mes de marzo, solo cinco personas a la semana han podido acceder a la cueva, plazas que se adjudicaban por sorteo entre quienes visitaban el museo cada viernes, sorteo que generaba tal expectación que eran habituales las aglomeraciones de quienes esperaban ser los afortunados.

Pero el estado de alarma y el cúmulo de casualidades hizo que el Patronato de Altamira recomendase, al reabrir el museo el pasado junio, anular el sorteo para evitar esas aglomeraciones en el vestíbulo y retornar al sistema vigente hasta 2002, lista donde la solicitud de González Iglesias hecha en 1999 estaba la primera.

A la salida de la cueva tras la visita, Antonio González Iglesias aseguraba sentirse «emocionado» por volver a ver unas pinturas que conoció siendo un niño hace más de medio siglo 50 años, y también con la doble satisfacción de haber regresado a la cueva original de Altamira y poder mostrársela a su familia.

A su juicio, ha sido «una visita sentimental y emocional» a un recuerdo de su infancia, y también «un premio» tras un año duro en lo personal debido a una enfermedad.

Por su parte, para su esposa, la asturiana Adela Martínez, poder visitar por primera vez la cueva prehistórica considerada la «Capilla Sixtina del arte rupestre», y con más de 20.000 años de arte rupestre en su interior, es «sobrecogedor» y «rompe cualquier idea preconcebida» para sus dimensiones.

En este sentido, destaca que los 37 minutos del recorrido «se te pasan en un abrir y cerrar de ojos», porque «mires donde mires todo es impresionante», algo similar a lo que en 1879 vivieron Marcelino Sanz de Sautuola y su hija María cuando descubrieron la «Sala de Polícromos donde se encuentran los famosos bisontes de Altamira».

A su vez, su hija Cristina González, asegura que estar en la cueva original de Altamira «te hace viajar en el tiempo», al momento en que se pintaron las paredes y también «sentirte agradecida porque miles de años después uno puede disfrutar de este arte».

Mientras tanto, a su novio, Cristian Izquierdo, que por primera vez visitaba Cantabria y Altamira, lo que más le ha impresionado es «la magneficencia» de la cueva y de sus pinturas, el colorido y la perfección de las representaciones de animales y los símbolos impresos en las paredes hace miles de años.

Este sistema de visitas, echando mano por riguroso orden de inscripción de la lista de 2002, se mantendrá en los próximos hasta que el Patronato decida al respecto, lo que implica que el Museo contacte vía correo postal o teléfono con los inscritos para ofrecerles fecha y hora para conocer la cueva original.

Hasta el momento, el Museo ha recibido contestación favorable del 40 % de las personas que integran esta lista, y ya se tiene cubierto el cupo de visitas -cinco a la semana, los sábados- para agosto y septiembre, mientras se gestionan las de octubre. (ABC)

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