El Chaco sin agua, el ganado con hambre y el fuego en el aire

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El chaco tarijeño no tiene agua. Los pozos de agua se secaron, los ríos se desvanecieron, el río Pilcomayo es un arroyo, el ganado tiene hambre y el fuego de los incendios del Aguaragüe se siente en el aire.

“El Chaco ya no tiene agua”, repite el presidente de la comunidad de Caipirenda que está ubicada a 70 kilómetros de Villa Montes, Angelino Garay. “La hambruna ha llegado para el ganado, no hay alimento, las vacas se están muriendo”, cuenta.

El secretario general del Gobierno Regional, Marcelo Gonzales, indicó que además del sector campesino, las comunidades indígenas de la Región Autónoma del Chaco-Tapiete, Guaraní y Weenhayek- son los más vulnerables ante la falta de agua.

Si bien existen programas para regar los cultivos de los indígenas o dar de beber a los animales de las comunidades, la sequía afecta a la calidad nutricional de los mismos, así como de los comunarios. Una vaca que consume menor cantidad de agua absorbe menor cantidad de nutrientes que provienen de los pastizales, lo mismo pasa con las personas y su alimentación.

“El ganado no muere de sed, pero muere por la falta de nutrición”, asegura Gonzales.

Don Angelino explicó que las autoridades regionales sembraron 20 hectáreas de pasto para la comunidad. “Sabemos que tenemos que prepararnos para tiempos malos, porque es grave la sequía cuando llega y no hay agua ni comida para los animales, es a perder seguro, el cien por cien”, dice.

Según los cálculos del responsable de Prevención y Atención a Desastres Naturales de Villa Montes, Roger Torrez, durante la gestión cayeron solamente 400 mm de lluvia. Además, en los últimos días el humo de los incendios en distintos puntos del país, entre ellos en la zona del Aguaragüe, tiñó de rojo carmesí los amaneceres y el aire se puso pesado.

“Sin agua y con el aire lleno de humo”, dice don Angelino. En un reportaje realizado por Nativa, los comunarios de la Alambrada, cerca de Caiperenda, explicaron que la sequía golpeó más fuerte a algunas zonas como esa. Los comunarios perdieron sus vacas y su siembra. Gonzales afirmó que, si bien las comunidades weenhayekes viven de la pesca en el Pilcomayo, los últimos años incursionaron en actividades económicas como la siembra del maíz. Esta gestión la perdieron. La sequía y la pandemia de Covid no permitieron que tuvieran ganancias. En ciertas zonas del Chaco la única meta para los pobladores es sobrevivir.

El exdirigente de la Federación de Ganaderos del Chaco (FEGACHACO), Lesin Ordóñez, argumentó que, a pesar de las acciones de las autoridades, el panorama no es alentador.

“Estamos muy preocupados porque recién estamos iniciando la sequía en realidad. Sabemos que las lluvias recién comienzan a caer desde octubre en adelante, y bueno, preocupados por esta situación. La verdad, ojalá que las autoridades nos puedan apoyar, puedan apoyar al sector porque, como digo, yo creo que este es uno de los años más crítico. Dentro del distrito 10, por ejemplo, la sequía se ha venido arrastrando mucho antes. Hemos visto amigos de aquí de Alambrada, que han estado bombeando agua desde antes de la cuarentena, entonces hasta este momento, obviamente la situación es bien crítica. Uno es el tema del agua, y el otro el del forraje”, argumentó. (El País)

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