Desarrollan un nuevo método para extraer residuos de antibióticos en alimentos de origen animal
La coccidiosis es un tipo de enfermedad intestinal que afecta a distintos grupos de animales. Inhibe la absorción de nutrientes y el crecimiento por lo que, en ocasiones, se produce la muerte del animal, generándose así pérdidas económicas en la industria ganadera. Para combatir esta dolencia, se administran antibióticos como los ‘coccidiostatos’, fármacos eficaces para tratar la enfermedad pero que, sin embargo, pueden provocar enfermedades cardiovasculares en los seres humanos cuando su concentración es elevada en productos de consumo de origen animal.
El grupo de Investigación de Química Analítica Supramolecular de la Universidad de Córdoba (España) ha desarrollado un nuevo método que permite la extracción y determinación de estas sustancias en alimentos de origen animal. Según señala la investigadora responsable del estudio, Soledad González, el procedimiento es capaz de extraer de forma simultánea todo el grupo de antibióticos ionóforos (es decir, de origen natural) en todos los productos de origen animal legislados por la Unión Europea, algo “realizado por primera vez en esta investigación”.
Concretamente, el método emplea disolventes supramoleculares, disolventes no tóxicos, conocidos como SUPRAS por sus siglas en inglés y que tienen una gran capacidad para mejorar la selectividad y el rendimiento de las extracciones y disminuir, así, los costes de producción. Tal y como señala la investigadora Soledad González, este tipo de disolventes permite realizar de forma simultánea y en un solo paso la extracción de los residuos de antibióticos y la limpieza de la muestra. Además, “se trata de un método de bajo coste y respetuoso con el medioambiente, ya que se utiliza un menor volumen de disolvente orgánico en comparación con otras técnicas ampliamente implementadas en laboratorios de rutina”, añade.
Tras aplicar la nueva metodología en distintos productos como huevos, leche y carne (hígado, riñón, músculo y grasa), se comprobó que los límites de detección alcanzados estaban muy por debajo de los límites establecidos por la ley, lo que demuestra que el procedimiento podría ser aplicable en laboratorios de control de calidad de alimentos. Además, el nuevo método, en el que también han participado las investigadoras Ana María Ballesteros, Soledad Rubio y Diego García-Gómez, éste último de la Universidad de Salamanca, ha sido validado siguiendo la normativa europea 2002/657/CE, que regula la presencia de residuos en productos de origen animal, por lo que podría incorporarse a las rutinas de control de los laboratorios. (Fuente: UCO)