Un segundo hígado en otra parte del cuerpo para compensar el deterioro del principal

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Hace casi un decenio, Eric Lagasse, de la Universidad de Pittsburgh en Estados Unidos, comprobó que al inyectar células hepáticas sanas en nódulos linfáticos de un ratón, estas proliferaban, formando un hígado auxiliar capaz de asumir tareas que el hígado principal no podía realizar bien por no funcionar debidamente.

Pero los ratones son pequeños. Lagasse y sus colegas necesitaban demostrar que en un animal grande podía crecer una masa también lo bastante grande de tejido hepático secundario para compensar el mal funcionamiento del hígado principal por una enfermedad hepática. De ahí que iniciasen una nueva investigación, que recientemente han finalizado. El estudio incluyó experimentos con cerdos.

Para imitar la enfermedad hepática humana en los cerdos, los investigadores desviaron hacia fuera del hígado el suministro principal de sangre que este recibía, y al mismo tiempo, quitaron un trozo de tejido hepático sano y extrajeron los hepatocitos, las principales células del hígado. Esas células hepáticas se inyectaron en los ganglios o nódulos linfáticos abdominales del mismo animal del que procedían.

Los seis cerdos mostraron una recuperación de la función hepática, y un examen minucioso de sus nódulos linfáticos reveló no solo hepatocitos en buen estado y funcionando bien, sino también una red de conductos biliares y vasculatura que se formó espontáneamente entre las células hepáticas trasplantadas.

Los minihígados auxiliares se agrandaron cuando el tejido dañado del hígado nativo de los animales era más extenso, lo que indica que el cuerpo de los animales estaba manteniendo un equilibrio de la masa hepática.

Estos hallazgos refuerzan los resultados de otro estudio reciente, en el que Lagasse y sus colegas de la Clínica Mayo en estados Unidos mostraron que las células que conformaban el tejido hepático sano, que crecía en los nódulos linfáticos de unos cerdos aquejados por un defecto hepático genético, emigraban espontáneamente a los hígados de los animales, donde reemplazaban a las células enfermas y curaban la enfermedad hepática de los animales.

Así que, independientemente de la causa de la enfermedad hepática, desde la hepatitis hasta el alcoholismo, Lagasse espera que el crecimiento de hígados auxiliares en los nódulos linfáticos ayude a superar la enfermedad. Si hay necesidad de funciones hepáticas que el hígado original no puede realizar, los hepatocitos pueden formar hígados auxiliares en los nódulos linfáticos, fuera de su sitio habitual, y realizar bien las tareas requeridas.

Si todo marcha bien, en un futuro no muy lejano podrán realizarse ensayos clínicos que confirmen la viabilidad de aprovechar este fenómeno en nuevas terapias de regeneración hepática. (Fuente: NCYT de Amazings)

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