Dos chicos de 14 y 15 años, cómplices en el asesinato del maestro francés
Uno de los elementos que más consternación han provocado sobre el bárbaro asesinato del maestro Samuel Paty, el viernes pasado, cerca de París, fue la participación de varios alumnos que, a cambio de dinero, señalaron la víctima al terrorista, quien poco después la atacó con un cuchillo de 35 centímetros y la decapitó.
El fiscal antiterrorista Jean-François Ricard explicó ayer que dos alumnos, de 14 y 15 años, resultaron vitales para la comisión del atentado. Por eso fueron presentados ante un juez, junto a otros cinco presuntos cómplices. La acusación de complicidad en un asesinato de índole terrorista puede implicar una pena de prisión muy alta, de hasta 15 años, incluso para un menor, pues a partir de los 13 años ya se tiene responsabilidad penal.
Según Ricard, el asesino, el joven refugiado checheno de 18 años Abdullá Anzorov, conocía el nombre y apellido del profesor de geografía e historia que unos días antes había mostrado en clase una caricatura de Mahoma desnudo –como pedagogía sobre la libertad de expresión–, pero ignoraba su apariencia física. Los alumnos, que recibieron unos 350 euros por su colaboración y repartieron luego la suma con otros compañeros, aceptaron identificarlo cuando saliera de la escuela y se esperaron largo rato en la calle para hacerlo. No sabían de la intención asesina de Anzorov, pero sí de su actitud muy hostil hacia el maestro. Les dijo que quería que pidiera perdón a los musulmanes y que pretendía “humillarlo” y “golpearlo”.
De las 16 personas que fueron detenidas por presunta complicidad con Anzorov, siete fueron presentadas ante el juez. Además de los dos alumnos, dos jóvenes amigos del asesino que lo acompañaron a comprar el cuchillo y lo llevaron a Conflans-Sainte-Honorine, el padre de la alumna que denunció al maestro en un vídeo–y que se comunicó con el eventual asesino– y un líder islamista, Abdelhakim Sefrioui, que le prestó ayuda en el acoso público al profesor. Sefrioui es el fundador de un colectivo islámico radical propalestino, llamado Jeque Yassine, en honor al antiguo líder de Hamas, al cual mató el ejército israelí en el 2004. Este grupo fue ayer disuelto por el Gobierno francés por su implicación indirecta en el asesinato del maestro.
Mientras la vía judicial sigue su curso, ayer tuvo lugar, en el patio de la universidad de la Sorbona, el solemne homenaje nacional a Samuel Paty, presidido por Emmanuel Macron.
El jefe de Estado, que se reunió antes de la ceremonia con la familia del maestro, en privado, sin cámaras, evitó hacer un discurso muy político, contra el islamismo radical, y presentó a Paty como “el rostro de la República”, al encarnar el ansia de saber, de educar a ciudadanos libres, que puedan pensar en sí mismos.
Antes de Macron intervino una alumna de 14 años, Dahlia, quien leyó la carta de agradecimiento del escritor Albert Camus dedicada a su maestro, Louis Germain, cuando recibió el premio Nobel de Literatura. El presidente dijo que Paty era uno de esos docentes vocacionales, consagrados a su profesión, que los alumnos recuerdan toda su vida porque les abrieron horizontes y les incitaron a pensar.
“Profesores, defenderemos la libertad que vosotros tan bien defendéis –prometió Macron a los educadores–. No renunciaremos a las caricaturas, a los dibujos, incluso si algunos se echan atrás. Ofreceremos todas las oportunidades que la República debe a su juventud. Con todos los profesores, enseñaremos la historia, sus glorias y sus vicisitudes. Enseñaremos la música, todas las obras del alma y del espíritu. Amaremos la ciencia y la controversia”. (La Vanguardia)