Investigador boliviano asegura que el consumo de dióxido de cloro podría ocasionar una catástrofe sanitaria
Según el investigador boliviano Paul Vargas Jentzsch, en Bolivia podría desencadenarse una ola de contagios a nivel nacional que llevaría a una “catástrofe sanitaria” a consecuencia del consumo de dióxido de cloro (CIO2) como supuesta cura del coronavirus (Covid-19).
El ingeniero químico y PhD en Ciencia Naturales, en entrevista con ANF, aseguró de manera contundente que el dióxido de cloro no cura el Covid-19, tampoco previene su contagio. En esa línea, considera que la aprobación por parte del Senado Boliviano para la comercialización de este compuesto como tratamiento y medida preventiva contra el coronavirus es una acción “altamente irresponsable”.
“El Senado no valoró de una manera técnica los riesgos. Al parecer, los Senadores no indagaron sobre si tenía o no asidero la teoría de que el dióxido de cloro puede usarse para fines terapéuticos, más bien, solo observaron que la gente desesperada iba a comprar este producto y, en ese contexto, se limitaron a llevar a cabo una acción populista altamente irresponsable”, aseveró.
Además, Vargas Jentzsch afirma que no existe evidencia científica que demuestre que el dióxido de cloro pueda ser usado para curar el Covid-19. En ese sentido, si el dióxido de cloro llegase a ser aprobado por el Ministerio de Salud, Bolivia se convertiría en el único país del mundo en permitir que un desinfectante industrial sea usado como medicamento, lo cual considera “gravísimo y sin precedentes” y con consecuencias para la salud pública.
“Nadie que ingiera un desinfectante, y peor si lo hace con regularidad, puede librarse de efectos adversos en diversos órganos. Las consecuencias pueden ser todavía peores si la gente cree que el consumo de este compuesto puede prevenir el contagio, lo cual no es cierto y podemos tener una ola de contagios a nivel nacional que definitivamente cause una catástrofe sanitaria”, señaló.
En reflexión del investigador, si Bolivia fuera un país “normal”, los Senadores habrían convocado a autoridades sanitarias y de control para que expliquen cómo es posible que se permita la venta de soluciones de dióxido de cloro sin autorización sanitaria alguna, y dichos funcionarios estarían enfrentando procesos por incumplimiento de sus deberes.
Asimismo, señala que las farmacias que comercializan actualmente el dióxido de cloro, deberían ser clausuradas y sus propietarios acusados penalmente por atentados a la salud pública. Esta situación, desde su punto de vista, devela un país en total indefensión, con un Estado ausente en medio de un sistema de salud precario.
Promotores del dióxido de cloro
El principal promotor para el uso del dióxido de cloro como cura del Covid-19 es conocido como el biofísico alemán Andreas Kalcker, quien promociona este producto por Latinoamérica desde hace varios años asegurando que el beber y/o inyectarse soluciones de dióxido de cloro cura diversas enfermedades como el cáncer, SIDA, diabetes, autismo y, entre ellas, el coronavirus.
Sin embargo, para Paul Vargas Jentzsch no existe sustento científico en las teorías de Kalcker, puesto que las “supuestas” investigaciones de las que habla no tendrían rigor científico ni los pasos necesarios para probar cualquier medicación y se basarían solo en “anécdotas” de curaciones no verificadas, que no pueden ser consideradas como evidencia.
“Yo sugeriría a aquellas personas que, en su ingenuidad y desesperación, se ven tentados a creerle, que investiguen quién es este personaje, sobre sus credenciales académicas y su reputación en otros países, si tuvo o no problemas con la justicia”, acota.
Efectos adversos
“Básicamente, la gente no sabe que lentamente se está envenenando y puede no darse cuenta hasta que se manifiesten serias e irreversibles complicaciones”, afirmaVargas Jentzsch.
Por tanto, el investigador asegura que según cómo se administre el dióxido de cloro se podrán tener efectos más severos. Si es vía oral, el dióxido de cloro reaccionará rápidamente en el estómago reduciéndose a anión cloruro. Si la administración es intravenosa, el problema sería más serio porque el dióxido de cloro al entrar en contacto directo con la sangre ejerce su acción oxidante sobre cualquier célula o sustancia ahí presente.
“Es una falacia la argumentación de que el dióxido de cloro sólo va a atacar a organismos patógenos. El dióxido de cloro no es una molécula “inteligente”, no va a atacar a “células malas” y respetar a “células buenas”, manifestó.
Paul Vargas Jentzsch es boliviano, nacido en Cochabamba. Estudió Ingeniería Química en la Universidad Mayor de San Simón (UMSS) y luego realizó una maestría en Ingeniería Ambiental en esta casa superior de estudios. Fue docente e investigador en la UMSS por algunos años hasta que el año 2008 salió del país para realizar un doctorado. El año 2012 obtuvo su Doctorado en Ciencias Naturales (Doctor rerum naturalium) en la Universidad Friedrich-Schiller de Alemania. Desde hace más de doce años radica en el extranjero y en la actualidad vive en Ecuador, donde trabaja como docente universitario e investigador. Tiene múltiples publicaciones y es revisor habitual para prestigiosas revistas internacionales. (ANF)