Deudas históricas llevaron hasta un estado de coma al sistema de salud de Paraguay
La falta de inversión en infraestructuras y fortalecimiento del sistema pasa factura. Desgaste. Destinar recursos a tercerizaciones y servicios privados y la politiquería perjudicaron.
Todos los sistemas de salud pública y privada en el mundo fueron derrotados por la pandemia del Covid. Más aún en países como Paraguay, donde durante décadas se postergaron las inversiones necesarias para posibilitar un mejor acceso a este servicio.
Mucho antes de la actual saturación, el peregrinaje tras camas de Terapia Intensiva era una constante. Como ejemplo, en marzo de 2019 dos bebés prematuros fallecieron en Pilar por falta de Terapia Neonatal.
Antes del crecimiento que se dio en la pandemia, la cantidad de camas en UTI para los recién nacidos llegaban a 88. Actualmente son más de 100. Para los adultos se pasó de 230 en funcionamiento, de casi 300, a más de 700.
Sin embargo, el número sigue siendo bajo. Con las 300, Paraguay solo cubría el 50% de los lugares necesarios. Estadísticamente se señala que en un país las camas de Cuidados Intensivos deben ser al menos el 10% de la cifra total de las de internación común.
Al iniciarse la pandemia en Paraguay, las camas comunes eran aproximadamente 6.600, según los datos que habían brindado referentes del Ministerio.
Para la senadora del Frente Guasu y ex ministra de Salud durante el gobierno de Fernando Lugo, la doctora Esperanza Martínez, la concentración en los hospitales de los servicios responde a un modelo de hace 50 a 60 años. A ello se suman la baja inversión y el escaso desarrollo tecnológico.
“Nosotros no hemos avanzado en otro modelo de gestión basado en lo ambulatorio, en la gestión comunitaria. No solamente hay Covid en estos momentos. Están todos los problemas de salud. Toda la problemática no desapareció, está más pobremente atendida que antes”, expresa la ex ministra.
Verónica Serafini, investigadora del Centro de Análisis y Difusión de Economía Paraguaya (Cadep), coincide con Martínez. Comenta que las deficiencias estaban desde mucho antes de la presencia del Sars-Cov2. “Estaban mucho antes. Hace años que conocemos las estrategias de las familias para acceder a servicios de salud: Migración a la Argentina, chorizadas, tallarinadas, endeudamiento de los hogares”, enfatiza la investigadora.
Agrega que se postergó todo, desde la formación de recursos humanos, la inversión en infraestructura física y equipamiento. En definitiva, el funcionamiento de un sistema universal de salud.
“En el ámbito de la seguridad social nos quedamos en lo mínimo, salvo un leve lapso de fortalecimiento y crecimiento años atrás, pero después se estancaron las inversiones y acabamos en el colapso del IPS”, describe Serafini.
Cuestionó también cómo fue creciendo el uso del dinero público para contratar seguros privados para los funcionarios. Sobre todo porque el servicio no es usado por muchos, pero igual se sigue abonando por él. Además cuestiona las tercerizaciones de los servicios, en el caso de IPS.
Serafini insta a realizar evaluaciones de eficiencia de las adquisiciones públicas antes de continuar con ellas.
La referente de Cadep menciona también que cada vez más recursos públicos, en lugar de invertirse en el sistema de salud pública o en el fortalecimiento y la ampliación de cobertura del IPS, se destina al sector privado sin evidencia de que la privatización contribuya a la eficiencia y equidad de los servicios
La senadora del Frente Guasu señala otro problema histórico en salud. La partidización en las designaciones en los cargos que tienen que ver con la salud pública.
“Se coloca a los operadores y amigos, dejándose de lado las competencias técnicas, la formación política y la experiencia. Eso va minando. Mucha gente competente en el ministerio que no está en el tema político-partidario es sacada, queda de lado. Y se pone a operadores políticos cuyo objetivo es quedar bien con el gestor de turno y no en realidad ejecutar políticas públicas”.
Crecimiento que no alcanza para mucho. Del 2010 al 2019 la inversión en la administración central de salud pública pasó de G. 1.847.370.463.414 a G. 5.053.904.983.927. Esto abarca al Ministerio de Salud Pública, la sanidad militar y policial y algún que otro programa menor.
El ex ministro de Salud Pública Julio Mazzoleni antes de la pandemia había revelado que para cubrir lo básico en salud se necesitaba un presupuesto anual cercano a los USD 1.300 millones. El actual ministro, Julio Borba, anunció que todo el dinero presupuestado ya tiene destino y se verá una ampliación.
Hace años que conocemos las estrategias de las familias para acceder a servicios de salud: Migración a la Argentina, chorizadas, tallarinadas, endeudamiento de los hogares.
Verónica Serafini, Investigadora.
Se coloca a los operadores y amigos, dejándose de lado las competencias técnicas, la formación política y la experiencia. Eso va minando la salud pública en el país.
Esperanza Martínez, senadora y ex ministra de Salud.