La comunidad internacional pide más sanciones por la supuesta masacre rusa en Bucha, que Moscú niega

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La comunidad internacional se plantea incrementar las sanciones contra Rusia por la supuesta matanza cometida por sus tropas en la localidad de Bucha, próxima a Kiev, una implicación que el Kremlin ha rechazado de manera categórica.

Los servicios funerarios de Bucha, cercana a Kiev y que fue liberada recientemente por el Ejército ucraniano, han localizado y enterrado unos 340 cadáveres de civiles encontrados en sus calles, informa hoy el diario ucraniano Pravda.

Las atrocidades contra civiles descubiertas en Bucha, 37 kilómetros al noroeste de Kyiv, han sublevado al Gobierno de Ucrania por lo que consideran condescendencia y aún pasividad de los estados occidentales ante la agresión rusa. Y esperan, especialmente de la UE, lo que vienen pidiendo en los últimos días: endurecer las sanciones a Rusia –otra vuelta de tuerca: cortar los contratos energéticos al coste que sea y desconectar del sistema de pagos Swift a todos, todos, los bancos rusos– y acelerar el envío de más armamento, sobre todo antiaéreo y antitanques.

Las estampas macabras de las decenas de cadáveres de civiles en las calles de Bucha refuerzan el discurso de Ucrania ante el mundo: ellos son la barbarie, nosotros los defensores de los valores democráticos. Y no nos pueden abandonar ante semejante enemigo, vienen a decir todas las declaraciones de los dirigentes ucranianos.

Aunque no sea el episodio más sangriento de esta guerra, que hoy cumple 40 días, Bucha es el más documentado, contrastado de forma independiente y explícito: muchos de los civiles tienen manos y pies atados, vendas en los ojos y otros indicios de que no fueron tiroteados sobre la marcha sino a sangre fría. Aún así, el Ministerio de Defensa ruso alegó ayer que todo era una patraña, un montaje de los ucranianos.

El alcalde de Bucha, Anatoli Fedoruk, ha informado que 280 cadáveres de civiles fueron enterrados en fosas para evitar su descomposición. La zona está sellada y sujeta a toque de queda para evitar el retorno de muchos habitantes que huyeron a lo largo de estas cuatro semanas de ocupación rusa, antes de que el ejército pueda eliminar las minas, desactivar las municiones abandonadas y despejar todos los restos, pura chatarra, de tanques y vehículos blindados por las calles.

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