4 minerales nocivos y 13 mil tn de desechos recorren el Pilcomayo
El río Pilcomayo ya no es el mismo luego del colapso de un dique de colas en Potosí. Las aguas cristalinas fueron contaminadas por residuos de minerales malolientes que se asemejan a lodo de color plomo y marrón. Por ese afluente circulan cuatro minerales nocivos y 13.000 toneladas de desechos, según diversos análisis.
Las aguas del Pilcomayo discurren por territorio boliviano, argentino y paraguayo. Nacen en Potosí, siguen su curso por Chuquisaca y Tarija (Bolivia), continúan por Salta, Formosa (Argentina), Boquerón y Presidente Hayes (Paraguay). El río tiene una longitud de 1.590 kilómetros y un ancho de cuatro metros.
Históricamente es un río contaminado por el extractivismo minero en Potosí, aunque este reciente desastre provocado por la mano del hombre es considerado el más catastrófico para el medioambiente, según expertos.
“Los metales que están identificados son cobre, plata, plomo y cadmio que van siendo arrastrados por el río Pilcomayo. El problema es que los lodos están almacenados en las orillas del afluente, en el lado izquierdo y derecho, pero con las lluvias se reactivarán y regresarán a las aguas y habrá una contaminación masiva”, dijo el secretario de Desarrollo Productivo de la Gobernación de Tarija, Efraín Rivera, con base en monitoreos periódicos al Pilcomayo.
El viernes, el viceministro de Medio Ambiente, Biodiversidad, Cambios Climáticos y de Gestión y Desarrollo Forestal, Magín Herrera, informó que los tóxicos mineros que se derramaron en la comunidad de Agua Dulce, en Potosí, se extendieron por 32 kilómetros, pero todavía no llegaron a Chuquisaca ni a Tarija.
“Se ha verificado el sitio del incidente donde se ha cuantificado un derrame de 13.087 metros cúbicos de estos sedimentos mineralógicos que se fue con dirección río abajo. Para verificar hasta qué distancia habría recorrido, se ha diseñado una ruta inicial de 18 kilómetros. Luego de una verificación, se ha hecho un ajuste y finalmente se ha logrado recorrer 32 kilómetros de distancia a lo largo del río, con un ancho promedio de 4,20 centímetros del río”, explicó.
También informó que se ordenó tomar muestras de agua a lo largo del río Pilcomayo, cuyos resultados muestran que no existe contaminación o alteración del PH; es decir, aún no existe mortalidad en la vida acuática.
El desastre
La madrugada del 23 de julio colapsó el dique de colas de la cooperativa Agua Dulce, de la Federación Departamental de Cooperativas Mineras (Fedecomin), situada en la comunidad del mismo nombre, departamento de Potosí. Ese mismo día se realizaron diversas inspecciones para verificar el impacto directo de los residuos en las aguas.
La concejal Reyna Menacho, de la Comisión de Medio Ambiente y Minería de Potosí, hizo una inspección luego del colapso del dique y detectó que los residuos afectaron a varios ríos que alimentan al Pilcomayo.
“Hemos visto que hubo un derrame de mazamorra de residuos mineros metalúrgicos ocasionando la rotura de postes. También vimos bolsas nailon. En la parte superior había una especie de carpa, pero advertimos que no existía geomembrana, probablemente se deba al colapso”, advirtió Menacho.
Al día siguiente del desastre, el periodista Edwin Valda Romay, de El Federal, recorrió diferentes comunidades cercanas al río para constatar el daño.
“Fui a la comunidad de Tuero y Arampampa, por donde pasa el río Pilcomayo. Pude apreciar que evidentemente existen desechos mineros que se aislaron hacia las orillas. El agua estaba de color plomo y marrón como si estuviera sucio y removido con partículas. Expedía un olor fuerte y desagradable”, contó Valda.
El colapso de mazamorra del dique de colas primero cayó al Río de la Rivera, hasta llegar al río Tarapaya, corrientes que se unen con las aguas del Pilcomayo. Alrededor de este afluente están las comunidades de Arapampa, Tuero, Yotala y el curso llega hasta Chuquisaca y Tarija.
En las imágenes compartidas en redes sociales se observa que las aguas del río están oscuras y espesas, más bien parecidas al lodo. Maquinaria pesada retira la mazamorra, pero los desechos son depositados en las orillas.
La asambleísta Azucena Fuertes también inspeccionó la zona de desastre y lamentó la posición que asumió la Gobernación.
“En Potosí hay hermetismo con la población y el pleno de la Asamblea Legislativa. Somos de vocación minera, eso nos genera recursos económicos; sin embargo, también somos conscientes sobre el cuidado del medioambiente. Estos aspectos deberían ser velados por la Gobernación de Potosí”, dijo la legisladora.
La Gobernación de Potosí retiró hace unos días la denuncia contra el presidente de Fedecomin, Édgar Huallpa, por delitos ambientales tras la rotura del dique de colas. Sin embargo, la Fiscalía adelantó que rechazará tal petición. Esa acción de la Gobernación genera susceptibilidad al tomar en cuenta que Chuquisaca y Tarija junto a otras instituciones y personas se querellaron contra Huallpa.
Otro dato que alarma a los potosinos es que aún no existe un informe oficial que se haya hecho público sobre la situación ambiental de la afectación a las aguas a causa de los desechos vertidos, aseguró Fuertes.
La Gobernación de Chuquisaca, mediante la Secretaría de Desarrollo Productivo, hizo la toma de muestras a las aguas del Pilcomayo que pasan por su jurisdicción, que son siete municipios, para identificar metales o contaminantes presentes.
“Las pruebas determinarán si existe un grado de contaminación, pero en imágenes observamos metales pesados y sedimentos. Las comunidades que viven alrededor del Pilcomayo se sienten afectadas”, informó el secretario de Desarrollo Productivo de la Gobernación de Chuquisaca, Jairo Gutiérrez.
Luego del colapso del dique, los lugareños que se abastecen de agua del Pilcomayo, en Potosí, se declararon en emergencia. Dicen que la producción de alimentos está en riesgo en las zonas de Mondragón, Miraflores y Tarapaya, donde producen choclo, papa, haba y otros. Estiman que más de mil familias, de seis comunidades, están afectadas.
“Este año no sé si podamos sembrar porque estamos totalmente afectados. Fedecomin y otros ingenios no han previsto sus construcciones a futuro y éstas son las consecuencias. En cada comunidad vivimos entre 100 y 200 personas”, afirmó un lugareño entrevistado por el periodista Marcelo Huanca.
En Chuquisaca las aguas del Pilcomayo son usadas para riego de los sembradíos, pesca y consumo para animales de corral.
En Tarija está en riesgo la caza y pesca (sábalo, dorado, surubí y otros) de los pueblos originarios guaraní y guayané porque son parte de su dieta.
“La contaminación es un ciclo y tiene consecuencias. Lo que se debe hacer es prevenir las consecuencias”, advierte Rivera.
Este medio de comunicación intentó tomar contacto con el Gobierno Departamental de Potosí, Fedecomin y Fencomin, pero no obtuvo respuesta. (Página Siete)