Pedro Castillo afronta en Perú nuevas protestas para que se vaya, tras 15 meses en el poder
El acoso y derribo del presidente se ha convertido desde hace un lustro en el deporte nacional de Perú. Todo comenzó a finales del 2016, al destaparse la derivada peruana del caso Odebrecht, que salpicó a todos los mandatarios elegidos después del autócrata Alberto Fujimori. La elección, el año pasado, del outsider populista de ultraizquierda Pedro Castillo fue una consecuencia del descrédito de los políticos tradicionales.
Pero Castillo, un maestro rural y sindicalista que generó ilusión en la postergada población pobre, campesina y de origen indígena, ya asumió el poder como pato cojo, generando pánico en la élite limeña con sus postulados marxistas y en el marco de un país polarizado tras ganar por apenas 42.000 votos a la ultraderechista Keiko Fujimori, la candidata del establishment y de Mario Vargas Llosa.
La inestabilidad política es incesante y Castillo ya ha tenido más de 70 ministros y cuatro primeros ministros.
En este sentido, las protestas del sábado, cuando miles de personas se manifestaron en Lima y otras ciudades pidiendo la dimisión o destitución de Castillo, no son las primeras ni serán las últimas pero marcan una vuelta de tuerca. Especialmente en la capital, la policía reprimió duramente a los manifestantes que ya sueñan con Castillo dejando abruptamente el poder como pasó con Pedro Pablo Kuczynski en el 2018, o Martín Vizcarra y Manuel Merino en el 2020.
“Me tendrán hasta el último día de mi mandato porque el pueblo así lo ha decidido”, dijo ayer Castillo, descartando dimitir. El líder progresista volvió a denunciar un “complot” de la derecha, la prensa y el poder judicial para “doblegarlo con desinformaciones, con falsas acusaciones y con calumnias”.
Acusado ya de corrupción –como todos sus predecesores–, lo cierto es que Castillo no llevó a cabo aún ninguna de sus propuestas comunistas de campaña, excepto lanzar una tímida reforma agraria. No ha puesto en marcha ninguna medida radical y, de hecho, a los pocos meses se desmarcó de su mentor, el marxista Vladimir Cerrón, líder del partido Perú Libre, que aupó al outsider como candidato presidencial.
La inestabilidad política ha marcado los quince meses de gobierno de Castillo. Desde que asumió el poder en julio del 2021, los cambios de gabinete no han cesado. De los primeros 17 ministros, el presidente ha designado ya a más de 70 titulares de cartera, incluidos cuatro primeros ministros. Además, tiene abiertas seis investigaciones penales por sospechas de corrupción y ha superado dos intentos de destitución parlamentaria.
En octubre, en una decisión sin precedentes, la fiscal general del Estado, Patricia Benavides, presentó ante el Congreso una “denuncia constitucional” contra Castillo, acusándole de liderar una organización criminal y cometer tráfico de influencias y fraude. La denuncia puede llevar al tercer intento de impeachment contra el mandatario en el Congreso, donde si bien no tiene mayoría, tampoco la oposición logra reunir los dos tercios requeridos para la destitución. El trámite debe ser aprobado antes en comisión. (La Vanguardia)