Heraldo Muñoz: “Las amenazas de Evo Morales fueron el catalizador de nuestra demanda”
Heraldo Muñoz, excanciller de Chile, aseveró que la Corte Internacional de Justicia les otorgó lo que buscaron, porque la defensa de Bolivia se allanó a la petición chilena de que el Silala “es un curso de agua internacional”.
“En el caso del Silala lo que Chile le pidió a la Corte fue otorgado, gracias a que Bolivia se allanó a las peticiones chilenas”, afirmó la exautoridad.
Muñoz fue canciller de marzo del 2014 a marzo del 2018, durante el gobierno de Michelle Bachelet. Estuvo a cargo de encarar tanto la defensa en el litigio del mar como de encabezar la demanda por el Silala.
En junio del 2016, el chileno impulsó el juicio por el recurso hídrico, luego de que meses antes, en marzo, el entonces entonces presidente Evo Morales amenazó con otro litigio en contra del vecino país por las aguas del Quetena.
Tras seis años de proceso, el pasado 1 de diciembre le Corte Internacional de Justicia dictó la sentencia sobre el caso Silala. El gobierno Chile dijo que se logró el objetivo que era alcanzar la certeza jurídica sobre el carácter del recurso hídrico, por lo cual no se debe a Bolivia compensación alguno por su uso.
Respecto a este tema, el excanciller chileno concedió una Página Siete en la que detalló que Chile contaba con estudios sobre el Silala y, en 2009, en base a esa documentación, planteó a Bolivia un preacuerdo, el cual se establecía el pago del 50% del uso del líquido elemento, el cual fue rechazado.
En junio del 2016, el chileno impulsó el juicio por el recurso hídrico, luego de que meses antes, en marzo, el entonces presidente Evo Morales amenazó con otro litigio en contra del vecino país por las aguas del Quetena.
Tras seis años de proceso, el pasado 1 de diciembre le Corte Internacional de Justicia dictó la sentencia sobre el caso Silala. El gobierno Chile dijo que se logró el objetivo que era alcanzar la certeza jurídica sobre el carácter del recurso hídrico, por lo cual no se debe a Bolivia compensación alguno por su uso.
Respecto a este tema, el excanciller chileno concedió una Página Siete en la que detalló que Chile contaba con estudios sobre el Silala y, en 2009, en base a esa documentación, planteó a Bolivia un preacuerdo, el cual se establecía el pago del 50% del uso del líquido elemento, el cual fue rechazado.
Usted señaló en una entrevista, durante los alegatos orales, que Chile contaba con estudios técnicos sobre el Silala, ¿fue a raíz de la amenaza de Evo Morales que surgió la demanda o ya tenían previsto interponer el proceso?
Las amenazas de Evo Morales fueron el catalizador de la presentación de nuestra demanda, pero ya teníamos estudios geológicos e hidrográficos sobre el Silala desde fines de los años 90, cuando el gobierno boliviano revirtió su postura de reconocimiento del Silala como un río o curso de agua internacional. Recordemos que en 1997 por primera vez Bolivia argumentó que el Silala era un manantial boliviano desviado a Chile artificialmente.
Desde entonces comenzaron los estudios, incluyendo uno importante de una universidad nuestra. Nos preparamos para un diálogo con evidencia histórica, científica y cartográfica, y en 2009 estuvimos cerca de llegar a un acuerdo por el Silala, pero se vino abajo cuando Bolivia introdujo, a última hora, la condición de la “deuda histórica”.
Antes de interponer la demanda contra Bolivia, el 2016, por la declaración injuriosa de Morales de que Chile “robaba” las aguas del Silala, de que podría cortar el flujo a Chile, y su amenaza de que nos demandaría por este caso, consultamos con los mejores científicos y abogados especializados del mundo.
Algunos expertos deseaban ver el Silala antes de asesorarnos, y los llevamos sigilosamente. Me reuní con ellos en Santiago y me manifestaron que nuestro caso era muy sólido. Mi decisión estaba tomada de demandar y la presidenta (Michelle) Bachelet respaldó la propuesta. De ahí en adelante realizamos muchos más estudios técnicos que demostraron, sin lugar a duda, que el Silala es un curso de agua internacional, y lo ha sido durante miles de años.
En 2010, Chile decidió romper con las reuniones sobre la agenda de 13 puntos en el cual estaba el tema marítimo ¿Cuál y cuánta es la responsabilidad de Chile para judicializar la relación con Bolivia?
En realidad, no fue así. Chile nunca estuvo disponible a transferir territorio soberano en la discusión de la Agenda de 13 puntos. El punto seis sobre el “tema marítimo” siempre fue abordado en un sentido muy amplio.
Anteriormente, Chile propuso una zona franca para Bolivia y más tarde un enclave costero no soberano.
En 2011 el gobierno chileno expresó claramente que la continuación de las conversaciones del punto seis estaba basada en el respeto al Tratado de 1904, el no otorgamiento de soberanía y la modificación de la Constitución boliviana referida al derecho a un acceso al océano Pacifico.
La Corte de La Haya en su sentencia sobre obligación de negociar estuvo de acuerdo con que Chile fue claro al respecto, y que nuestro país, en la agenda de 13 puntos, no generó obligación alguna en general y menos aún respecto al asunto específico del acceso soberano al océano Pacífico.
¿Con los fallos del Silala y del Mar, como quedan esos temas para Chile?
La demoledora sentencia de la Corte de La Haya que rechazó la demanda marítima boliviana, dejó totalmente desplazada toda insistencia de Bolivia sobre acceso soberano y el Tratado de 1904 quedó fortalecido. Para Chile el tema del mar ya no existe, aunque Bolivia pueda mantener su aspiración. En el caso del Silala lo que Chile le pidió a la Corte fue otorgado, gracias a que Bolivia se allanó a las peticiones chilenas.
La Corte lo dijo claramente: “no hay ninguna duda de que el Silala es un curso de agua internacional”. Quizás este fallo nos sirva para abordar la gobernanza de los demás recursos hídricos compartidos entre Chile y Bolivia.
En ambos casos del mar y del Silala se pone ahora en la mira al gobierno de Evo Morales, pero en el primer tema ¿hubo una dilación de todos los gobiernos chilenos? O ¿hubo poca madurez e irresponsabilidad en la diplomacia de ambos países?
El gobierno de Evo Morales ha sido el que más daño ha causado a la relación bilateral, pero más que dilaciones o inmadurez está claro que Chile nunca ha asumido un compromiso de otorgar acceso soberano al mar para Bolivia.
Hemos tenido muchas “oportunidades perdidas”, como titula su libro el exdiplomático boliviano Walter Montenegro, para haber encontrado fórmulas imaginativas para mejorar el acceso al mar que Bolivia ya posee. Pero no por culpa de Chile, no prosperaron.
Sobre los procesos con Chile ¿fueron irresponsables o exitistas las actuaciones de políticos como Jorge Quiroga, Carlos Mesa, Eduardo Rodríguez Veltzé, Héctor Arce, Emerson Calderón, Juan Lanchipa, Sacha Llorenti y otros?
Algunos de ellos sí, otros en realidad no. Exitismo y promesas para la política interna hubo muchas. No quiero ahondar en referencias personales porque al final las posturas de Estado son las que cuentan, aunque el estilo diplomático también incide poderosamente en una relación bilateral sensible.
¿Usted cree que primó el interés del gobierno de Evo Morales de hacer política con las demandas del mar y el Silala, sobre el interés del Estado boliviano?
Ese es un juicio que deben hacer las y los bolivianos.
En una autocrítica, ¿la política chilena, por los discursos y actitudes de autoridades, también tuvo responsabilidad para romper relaciones con Bolivia?
En realidad, los rompimientos de relaciones han venido del lado boliviano. Por el Lauca en los 60, y por el fracaso del diálogo de Charaña en 1978. La responsabilidad chilena estuvo en que a veces, sin pretenderlo, alimentamos falsas expectativas.
¿Cuáles fueron los errores y desatinos de los políticos de ambos Estados para tener un quiebre en el vínculo entre Bolivia y Chile por más de 10 años?
Un embajador boliviano me dijo una vez que la aspiración marítima no sería satisfecha nunca, pues cualquier propuesta sería atacada por los “políticos maritólogos”, como los llamó.
Parte del problema es que en Bolivia se le atribuye una alta prioridad a la relación con Chile, lo cual no siempre es correspondido desde Santiago. Cada vez que ha habido voluntad política de ambas partes de avanzar en una relación constructiva, sectores nacionalistas echan abajo las buenas intenciones.
Tras los fallos del mar y Silala ya no existe procesos pendientes, ¿cómo deberían encaminarse los diálogos y acercamientos para restablecer relaciones y cuáles deben ser los primeros temas a abordar?
Quizás tras estos fallos exista una posibilidad, así lo espero, de dejar atrás las controversias en La Haya y empecemos a construir una relación bilateral de futuro. Hay tanto por hacer: desde una integración económica potente, turismo e intercambio cultural, cooperación policial para combatir el contrabando, el narcotráfico y la migración irregular, mejoramiento de la infraestructura, cooperación bilateral y regional, y mucho más. Ambos países tienen ahora una oportunidad histórica. (Página Siete)