Sube a 11 la cifra de muertos en la masacre de California, el pistolero tenía 72 años y fue encontrado muerto en un vehículo

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Se llamaba Huu Cann Tran, era de origen asiático y ya había cumplido 72 años.

Este es el perfil poco común del hombre que la noche del sábado causó diez muertos, y otros tantos heridos, en una sala de baile en la ciudad californiana de Monterey Park, en una celebración del nuevo año chino. Se suicidó con una de sus pistolas cuando observó que la policía había detectado la furgoneta de su huida, y en la que se hallaba, en el aparcamiento de un área comercial de Torrance, a unos 35 kilómetros de lugar de la masacre. La policía sigue investigando las causas de este nuevo capítulo sangriento en Estados Unidos.

Muchas veces se afirma que podría haber sido mucho peor, pero en esta ocasión parece claro. Huu Caan Tran, tras escapar de Monterey Park (el tiroteo sucedió sobra las 22,10, hora local), se dirigió a otra sala de fiestas de la localidad cercana de Alhambra, escasamente un cuarto después de su fechoría. “Creemos que había ido a matar a más”, recalcó el sheriff Robert Luna, del condado de Los Angeles. “Dos ciudadanos valientes lo desarmaron”, sostuvo el sheriff en la rueda de prensa de la noche del domingo.

El pistolero huyo, aunque perdió esa arma, una pistola que, según Luna, había manipulado para que fuera semiautomática y a la que incorporó un cargador de mayor capacidad. “Por lo que entiendo, esa pistola no es legal en California”, insistió.

“El responsable de esta tragedia ya no es una amenaza”, subrayó el sheriff, al confirmar la defunción del pistolero y cómo fue su final. Y a su vez descartó que hubiera más implicados.

Gracias al incidente de Alhambra tuvieron una fotografía del fugitivo y pudieron seguir su pista en una furgoneta blanca. En eses momento nadie se imaginaba que el huido era una persona de la tercera edad, un protagonista poco habitual en este tipo de tragedias, salvo en el papel de víctimas.

Sobre las diez de la mañana de este domingo, uniformados de Torrance, a unos 35 kilómetros de la matanza, comunicó que habían visto un vehículo de esas características. Una patrulla se acercó y, ya cerca, escucharon un disparo. Habían tenido dudas porque las placas de la matrícula no coincidían con las que tenían. Había robado unas y había sustituido las originales, determinaron los investigadores, aunque eso les creó dudas.

Al lugar se desplazaron los equipos de operaciones especiales para determinar si había alguna bomba adosada al vehículo. Concluyeron que no había amenaza alguna y abrieron el vehículo, donde encontraron al presunto autor de la masacre. Se había disparado con una segunda pistola que encontraron en la furgoneta. Había además diversas evidencias que lo vinculaban con el caso de Monterey Park y con el intento en Alhambra, aseguró el sheriff.

“Queremos reunir todas las piezas y entender lo que ha pasado, qué le llevó a hacer esto”, insistió el sheriff en la rueda de prensa de la noche del domingo. “No sabemos si fue a por alguna de las victimas, es una de las cuestiones de la investigación”, insistió Luna. En ese momento todavía no habían identificado a todas las víctimas mortales (cinco hombres y cinco mujeres), cuyas edades estarían más bien comprendidas en los 50 y 60 años, incluso en los 70. «Todo está sobre la mesa», había dicho previamente como posible móviles, incluido el delito de odio y la violencia doméstica.

Monterey Park cuenta con 61.000 habitantes, con un amplio dominio asiático (65%) y un 27% de hispanos. En la década de los años noventa se convirtió en la primera ciudad continental de EE.UU. que contaba con una mayoría de residentes con ancestros asiáticos, como el actual alcalde, Henry Lo.

Entre las cuestiones a revisar se hallan los antecedentes penales y el posible historial de enfermedades mentales del supuesto autor de la matanza más numerosa en EE.UU. desde la que se registró en escuela de primaria de Uvalde (Texas), en mayo del pasado año, cuando un pistolero causó la muerte de 19 niños y dos profesoras.

El jefe de la policía de Monterey, Scott Wiese, aseguró que los agentes llegaron a la sala de baile en menos de tres minutos desde que recibieron la primera llamada. Se encontraron con el caos, con víctimas en el aparcamiento y “una carnicería” en el interior. Pero el pistolero había escapado.

“Necesitamos acabar con la violencia de las armas, porque estamos aquí por eso, porque un individuo cogió sus armas y pasó lo que ha pasado”, resumió el sheriff Luna en su lamento. Matizó que California dispone de una de las leyes más restrictivas sobre armas en el país pero apostilló que “esto no es suficiente”. Tras resaltar que “el status quo no funciona”, se dirigió a Washington, a los legisladores, para que hagan algo.

No hacía ni una semana que otro tiroteo dejó seis muertos en California, en el condado de Tulare. Entre estos había una adolescente de 16 años y su niño de diez meses. El asunto se atribuyó a una confrontación entre bandas.

No importa el lugar, la fecha, la celebración, siempre hay alguien que está dispuesto a abrir fuego en Estados Unidos, el país que cuenta con el mayor ejército civil del mundo, con una media de un arma y pico por cada uno de los más de 300 millones de habitantes.

Esta vez sucedió en Monterey Park, a unos once kilómetros al este del centro de Los Angeles, durante la celebración de una fiesta para conmemorar el nuevo año chino. Como dijo el sheriff Luna con resignación, «hablaremos de esto hasta que se produzca otro tiroteo». (La Vanguardia.es)

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