¿Vapor de agua en el planeta GJ 486 b?
Desde el punto de vista geológico, los planetas de tipo rocoso, como la Tierra, son los principales candidatos a albergar la vida tal como la conocemos. Teniendo en cuenta que las estrellas más comunes del universo son las enanas rojas, se puede deducir que bastantes planetas rocosos deben estar en órbita a estrellas de ese tipo.
Las enanas rojas son estrellas más frías que las de los demás tipos. Por ello, para que un planeta rocoso pueda recibir el calor idóneo que le permita poseer agua líquida en su superficie, debe orbitar en torno a la enana roja desde una distancia más pequeña que la que separa a otros planetas rocosos de sus estrellas con mayor temperatura.
Las enanas rojas tienden también a experimentar aumentos bruscos de actividad, sobre todo cuando son jóvenes, liberando ráfagas de radiación ultravioleta y de rayos X que podrían destruir las atmósferas planetarias. Como resultado, una importante pregunta que ha venido aguardando respuesta desde hace tiempo es si un planeta rocoso orbitando a corta distancia de una enana roja podría mantener o restablecer una atmósfera en un entorno espacial tan hostil como ese.
Para ayudar a responder esa pregunta, el equipo de Sarah Moran de la Universidad de Arizona en Tucson, Estados Unidos, utilizó el telescopio espacial James Webb para estudiar un planeta rocoso conocido como GJ 486 b. En este caso, está demasiado cerca de su estrella (una enana roja) para que pueda existir agua líquida en su superficie y otras condiciones necesarias para la vida. La temperatura que reina en su superficie es de unos 430 grados centígrados. Y, sin embargo, las observaciones con el espectrógrafo de infrarrojo cercano del Webb (NIRSpec) muestran indicios de vapor de agua.
Si el vapor de agua está en el planeta, eso indicaría que tiene una atmósfera a pesar de su temperatura abrasadora y de su proximidad a su estrella. Ya se ha observado vapor de agua en exoplanetas (planetas de fuera de nuestro sistema solar) de tipo gaseoso, pero hasta la fecha no se había detectado de manera inequívoca ninguna atmósfera alrededor de un exoplaneta rocoso.
Sin embargo, tal como el equipo advierte, el vapor de agua podría no proceder en absoluto del planeta, sino estar en la propia estrella, concretamente en algunas zonas con temperatura menor de la que tienen las demás regiones.
GJ 486 b es un 30 por ciento más grande que la Tierra y tres veces más masivo, lo que significa que es un mundo rocoso con una gravedad más fuerte que la de la Tierra. Tarda algo menos que un día y medio en dar una vuelta completa alrededor de su estrella. Se cree que, por su gran proximidad a la estrella, ha sincronizado su rotación con su traslación, de tal modo que siempre tiene un mismo lado expuesto al sol y otro en el que nunca da el sol. Dicho de otro modo, en un hemisferio siempre es de día, mientras que en el otro siempre es de noche.
Este sistema solar está a solo 26 años-luz de distancia de la Tierra, en la constelación de Virgo.
Una atmósfera en un planeta que recibe tanto calor de su estrella está condenada a disiparse paulatinamente. Por tanto, si GJ 486 b posee atmósfera, esta debe estar sujeta a una erosión constante y solo puede mantenerse si es reabastecida por volcanes que expulsen gas (incluyendo vapor de agua) del interior del planeta.
Futuras observaciones del telescopio espacial Webb podrían aportar nuevos datos, quizá reveladores, sobre este planeta y su estrella.
El telescopio espacial James Webb (JWST) es fruto de una colaboración internacional encabezada por la NASA, la ESA y la CSA, respectivamente las agencias espaciales estadounidense, europea y canadiense. (Fuente: NCYT de Amazings)