¿Un nuevo biomarcador del avance de la enfermedad de Parkinson?
Unos científicos han identificado un potencial biomarcador de la evolución de la enfermedad de Parkinson.
Según el nuevo estudio en el que se ha hecho el hallazgo, los pacientes con una lenta progresión de la patología tendrían un aumento significativo de los niveles de una molécula llamada ecto-GPR37 en el líquido cefalorraquídeo.
Lo descubierto en este estudio podría tener repercusiones importantes para el tratamiento de los pacientes de esta enfermedad neurodegenerativa, que se caracteriza por trastornos del movimiento como temblores, rigidez, lentitud de movimiento o inestabilidad postural.
El estudio lo ha realizado un equipo de investigadores de la Universidad de Barcelona (UB) y del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL), encabezado por Josep Argerich de la UB.
Francisco Ciruela, catedrático de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la UB, miembro del Instituto de Neurociencias (UBNeuro) de la UB y miembro del IDIBELL, explica que «lo que sugiere el estudio es que este biomarcador podría servir para definir si la progresión de la enfermedad será rápida o lenta. A escala clínica, poder realizar esta estratificación es muy importante, porque la gestión de los pacientes con enfermedad de Parkinson de progresión lenta frente a los de progresión rápida implica un enfoque clínico diferente».
Según el investigador, en el caso de pacientes con progresión rápida se producen un inicio y empeoramiento acelerado de los síntomas, fluctuaciones y complicaciones motoras, así como un aumento de la probabilidad de deterioro cognitivo y de síntomas psiquiátricos. En cambio, los pacientes con progresión lenta tienen un inicio y una progresión de los síntomas más graduales y pueden mantener niveles más altos de habilidad funcional y durante más tiempo. Además, presentan a menudo síntomas más leves, especialmente en las etapas iniciales. «Si la enfermedad progresa rápidamente, el pronóstico es peor que si lo hace lentamente, puesto que puede gestionarse más bien como una enfermedad crónica. En consecuencia, en enfermos de progresión rápida se requiere un manejo clínico más complejo que en los de progresión lenta, que tienen mejor pronóstico», destaca el catedrático de la UB, coautor del estudio. (NCYT)