Crisis humanitaria en Jersón: más desplazados, falta de suministros y reconstrucción de la presa
Si bien todavía no hay certeza de qué o quién ha sido el responsable de la destrucción o voladura de la presa de Nueva Kajovka, en lo que sí coinciden los expertos es que supondrá una nueva crisis humanitaria, que se suma a las que lleva sufriendo Ucrania desde que fue invadida por Rusia en febrero de 2022.
La primera consecuencia de la rotura del dique de la presa fue la liberación de los 18 millones de metros cúbicos de agua que están anegando decenas de poblaciones cercanas y habría provocado la evacuación de miles de personas (las cifras son confusas) y dejado sin luz a miles de hogares.
Desde Mykolaiv, Cyril Cappal, coordinador general de Médicos sin fronteras (MSF) en Ucrania, explicaba este miércoles a ABC en conversación telefónica que «la situación actual en cuanto a número de afectados es todavía baja ya que el nivel del agua sigue creciendo y no se ha podido contabilizar todos los daños. Sí hemos visto esta mañana que se ha incrementado el desplazamiento de personas. Esperamos más evacuaciones mañana (por hoy) desde Jersón».
Cappal reconocía que estos momentos no disponía de cifras sobre víctimas ni desaparecidos (las autoridades prorrusas hablan de siete personas), pero sí sobre algunos daños materiales. «Tenemos más de 1.350 casas directamente afectadas, pero esta cifra está cambiando y es difícil conocerla. Se habla incluso de 15.000 viviendas». El agua también ha afectado a «algunas infraestructuras incluyendo campos de agricultores junto al río». Unas 10.000 hectáreas de tierras agrícolas se han inundado en la margen occidental, según datos del Ministerio de Agricultura ucraniano.
En cuanto a las necesidades más inmediatas, el coordinador de MSF señala el agua potable «pues muchos pozos están afectados». Según el presidente Volodímir Zelenski cientos de miles de personas se han quedado si agua potable. Por ello, el ministro ucraniano de Infraestructuras, Oleksandr Kubrakov, informó que «la principal prioridad» era suministrar agua, por lo que ha aprobado una partida de 1.500 millones de grivnas (unos 38 millones de euros) para construir tuberías. Según Cappal también se precisa ropa, artículos de higiene y alimentos para los damnificados.
Varias clínicas móviles de emergencia de MSF se ocupan de atender las necesidades en la zona. «Hoy hemos estado en el este de la ciudad de Jersón apoyando a tres pueblos que reciben evacuaciones. También hemos proporcionado tanques de agua, camas de emergencia y kits de higiene». A 4 kilómetros de la ciudad de Jersón ha instalado también una clínica móvil para atender a los desplazados.
«Mañana tendremos tres clínicas totalmente activas y se distribuirán kits de higiene adicionales. Se proporcionará un tanque de agua. También estamos evaluando la posibilidad de transportar agua en camiones», señala Cappal.
Ataque a la población civil
Para Jesús A. Núñez, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (Iecah), lo sucedido en la presa de Nova Kajovka es «un crimen de guerra tal y como lo establece la Convención de Ginebra, porque es un ataque deliberado contra población civil. Y me da igual si lo que ha sucedido ha sido por acción (voladura) u omisión, por no cuidar y mantener la presa por parte de Rusia», declara a ABC.
«A partir de ahí, lo mínimo que hay que entender –continúa– es que esto añade a Ucrania una tarea más a realizar en mitad de la guerra, pues tendrá que atender a su población afectada por las inundaciones e intentar reparar los daños causados, cuando no tiene muchos medios, más allá del esfuerzo bélico», reflexiona.
Tras cubrir las necesidades a corto plazo, el objetivo a largo plazo sería la reconstrucción de la presa, «cuya agua sirve tanto para generar energía eléctrica –que es uno de los aspectos que Putin ha buscando constantemente boicotear– como para enfriar la central de Zaporiyia». También para el consumo humano, «precisamente y sobre todo de la población que vive en la península de Crimea. Y para ello se necesita dinero y unas condiciones que no se dan ahora mismo, un entorno pacificado para llevar a cabo esa obra civil».
Otro capítulo a contemplar es cómo van a compensar (las aseguradoras) los daños causados: la pérdida de casas, enseres y volver a recuperar las zonas anegadas para darlas otros usos.
En cuanto al desplazamiento de la población afectada por las inundaciones, Núñez matiza su gravedad: «Si tenemos en cuenta que hay siete millones de desplazados por la guerra, añadirle 20.000 personas, no crea un problema que no esté existiendo ya».
¿Quién se beneficia de la rotura de la presa?
Sobre a quién cree que beneficia la rotura de la presa, el analista sostiene que «los dos tendrían razones para reventarla: Ucrania, con la idea de cortar el suministro de agua a Crimea, pues pretende recuperarla». Pero, recuerda, esa dependencia se retrotrae al comienzo de la invasión en febrero de 2022: «Antes tenía otras formas de suministro, a las que podría volver. «Por eso me parece un objetivo demasiado llamativo para conseguir tan poca cosa».
En cuanto a los beneficios para Rusia, esta consigue anegar una zona que es la línea más directa que podrían tener los militares ucranianos para llegar a Crimea, y de este modo es más difícil o imposible para cruzar esas aguas. «Al hacerlo más complicado, las unidades militares rusas que estaban en la línea defensiva en esa zona ya no son necesarias y Rusia puede utilizarlas en otro lugar del frente y reforzar otras posiciones donde piense que Ucrania va a atacar. Parece entonces que le interesa más a Rusia que a Ucrania», concluye. (ABC)