Rusia vota la reforma de la Constitución que dejará a Putin seguir hasta 2036
Putin y el coronavirus. Esos son los dos principales protagonistas de una votación que, oficialmente, se celebra el 1 de julio, pero que comenzó ayer para que no se produzcan aglomeraciones en los colegios electorales. Los rusos tienen, de esta forma, siete días para votar la reforma de la Constitución que, sobre todo, permitirá al presidente de Rusia, Vladímir Putin, permanecer en el Kremlin hasta el año 2036.
Los rusos pueden votar estos días de ocho de la mañana a ocho de la tarde unos cambios que anunció el propio Putin en enero pasado y desató una tormenta política.
La primera consecuencia fue el cambio del primer ministro Dimitri Medvédev y del Gobierno, y el nombramiento días después en su lugar del tecnócrata Mijaíl Mishustin.
Aunque quedaban cuatro años para las próximas elecciones presidenciales y, como consecuencia, el fin del segundo y último mandato seguido del presidente Putin, la interpretación política casi unánime fue que estábamos ante una operación para buscar una fórmula que le permitiera seguir pilotando el país.
Esta no es solo la opinión de los politólogos, sino también de la mayoría de la población, según muestran las encuestas. Algunos expertos opinan que, en realidad, esto es un plebiscito para dar o no dar apoyo al poder.
Eso puede implicar un gran peligro para la vertical del Kremlin, ya que puede desanimar a la gente a votar. Ganar la votación está bien, pero no si la abstención es escandalosa, y más después de que durante esta crisis sanitaria Putin haya sufrido una significativa bajada de popularidad, un 59% (el más bajo desde que llegó al poder), según el independiente Centro Levada.
Para evitarlo, el aparato del poder ha puesto toda la carne en el asador, con publicidad llena de famosos llamando a votar sí, ofreciendo regalos a quien vaya a votar, organizando gincanas, o animando a empresas y hospitales a presionar a sus trabajadores para que no se olviden.
Pero pocas son las dudas de que la reforma saldrá adelante. Además de la propaganda oficial, el Kremlin tiene a su favor que la oposición no ha formado frente común.
Partidos extraparlamentarios como los liberales Yábloko y Parnas han llamado al boicot, lo que alejará de las urnas a un buen puñado de noes. Alexéi Navalni, el crítico de Putin más destacado, está en esta línea. “¿Quieres ir y votar que no? Esta estrategia a mí me parece ingenua y un poco ridícula. Lo más importante es no reconocerlo, porque es una estafa”, ha dicho en su canal de YouTube. (La Vanguardia)