Así es la red de canales prehispánicos de Urabá

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Mientras observaba unas fotografías aéreas William Posada Restrepo —antropólogo y doctor en Geografía—, tuvo una serendipia: tenía ante sus ojos unas estructuras atípicas en la geomorfología del golfo de Urabá, similares al sistema hidráulico que se reportó en 1966 sobre la hoya del río San Jorge, en el departamento de Córdoba, pero esta vez ubicadas en cercanías al río León, entre Turbo y Chigorodó (Colombia).

El hallazgo motivó al investigador, casi de inmediato, a realizar un trabajo de campo en el que pudo verificar que no se trataba de camellones agrícolas modernos ni formas naturales del relieve. Son arquitecturas prehispánicas que atestiguaron una relación simbólica y tecnológica con ese entorno cenagoso del río León.

«Al comienzo fue un trabajo demorado porque es una zona muy afectada por el conflicto armado y mucha gente prefiere no hablar. Sin embargo, el acercamiento a líderes sociales y habitantes del corregimiento de Barranquillita, nos permitió investigar sobre las estructuras que vimos en fotografías. La gente nos decía: Cuando llegamos aquí ya estaban esos morritos con las zanjas, son de los indios», contó el docente del Departamento de Antropología de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Antioquia.

En 44 000 hectáreas —casi 4.4 kilómetros cuadrados de terreno—, se aprecian canales —zanjas— y camellones —acumulaciones lineales de tierra— que forman un sistema geométrico de islas de tierra. Se trata, según la investigación, de una tecnología de riego a través de la cual las comunidades prehispánicas de la zona establecieron una relación eficiente y benéfica con los humedales y las inundaciones, aprovechando el agua para que, al entrar al territorio, irrigara sus cultivos y se formaran así estanques para crianza de peces, moluscos, tortugas e iguanas.

«Estas zanjas fueron hechas por culturas anfibias, indígenas prehispánicos que convivieron con zonas inundables de manera sostenible. A diferencia de las prácticas comunes de las comunidades que hoy habitan la región, este estudio muestra que antiguamente no se construían barricadas para evitar inundaciones, sino que manejaban un complejo de zanjas y camellones para que entrara de manera controlada, porque reconocían la fuerza del río y los beneficios del agua en sus territorios», explicó Posada Restrepo.

Se trata del primer reporte en suelo antioqueño de este tipo de tecnología, un hallazgo que puede dar pistas sobre la conexión con otras culturas que desarrollaron tecnologías similares en América, como las de las sabanas aledañas a los ríos Sinú y San Jorge, en los departamentos de Córdoba y Sucre. «Por su amplia difusión en épocas precolombinas, creemos que ese sistema describe un proceso de interacción social de escala continental y una relación muy estrecha con prácticas culturales asociadas al agua», aseveró la profesora Bibiana Cadena Duarte, coordinadora del componente bioantropológico de esta investigación.

Hasta ahora los investigadores han recolectado cientos de fragmentos cerámicos en la zona, que permitirán identificar la época exacta de las estructuras halladas en el golfo de Urabá y algunas características económicas y políticas de aquellas sociedades que las construyeron. Para este análisis la investigación contará con el apoyo del Banco de la República, la Seccional Urabá de la Universidad de Antioquia y el Instituto Colombiano de Antropología e Historia.

Las piezas que se sacaron del área del proyecto corresponden a ollas y vasijas simples, en las que abunda la composición de arena asociada a la arcilla. Son muy diferentes a la cerámica asociada a Urabá que hasta ahora era conocida, la cual tiene 1100 años de antigüedad. Estas se asemejan más a la cerámica prehispánica del Chocó y del Occidente antioqueño. Todos estos datos dan pistas de un mestizaje, un viaje, un intercambio tecnológico y cultural.

Producto de esta investigación se dio una publicación en la Revista de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Colombia, titulada ‘El sistema de canales y camellones prehispánico del golfo de Urabá, noroccidente de Colombia. Un reporte arqueológico y geográfico preliminar’.

Bibiana Cadena explicó que en la zona explorada viven campesinos y pescadores de los corregimientos Barranquillita, jurisdicción de Chigorodó, y Lomas Aisladas, jurisdicción de Turbo. Pero mayoritariamente se trata de haciendas ganaderas de terratenientes. Es una vasta extensión de tierra que pertenece a pocos.

¿Pero quiénes vivieron allí? ¿Quiénes abrieron estas zanjas? Las fuentes etnohistóricas del siglo XVI, los cronistas españoles, anotaron que fue territorio cuna o tule cuna, cuyas tribus descendientes están hoy en Panamá. Otros, narraron que las tribus habitantes de la zona eran arborícolas, es decir, que vivían en los árboles o en casas palafíticas —montadas en zancos—.

Ante los hallazgos reina la pregunta por la filiación cultural que tuvieron con las comunidades prehispánicas del Chocó y del río San Jorge. «No creo que sea un desarrollo autóctono, estamos investigando las rutas de difusión de estas tecnologías hidráulicas. De dónde vinieron y cómo fue su probable intercambio y expansión», sintetizó Cadena Duarte. Estas condiciones tienen que ver con que son culturas diferentes que asumieron su adaptación a las características hidrogeológicas y climáticas de manera similar.

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