CULTURA: Las macabras prácticas funerarias de los vikingos, enterraban en sus casas cráneos y cuerpos de bebés

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Quemados en botes que se alejaban en el mar o en grandes pilas junto a sus suntuosos ajuares, así afrontaban los vikingos su camino a Valhalla, el gran salón de la mitología nórdica donde descansaban los gerreros caídos.

Sin embargo, no todo eran solemnes los ritos funerarios. Un nuevo estudio ha descubierto que esta civilización tenía unas prácticas fúnebres mucho más siniestras que las que han trascendido hasta nuestros días.

La arqueóloga Marianne Hem Eriksen, de la Universidad de Oslo, ha estudiado cuarenta restos de cráneos desenterrados en las tierras de Escandinavia de la Edad del Hierro, datados del 250 a.C., hasta el 1050 d.C., final de la era vikinga.

«Algunas veces se colocaban partes de cadáveres alrededor de las granjas y en las casas grandes. Puede no tratarse de un acto aleatorio», ha afirmado Hem Eriksen a la cadena pública noruega NRK. Antes al contrario, de acuerdo con la arqueóloga «debía ser importante para ellos tener a sus muertos cerca». Bien para preservar la esencia del muerto, bien para destruir la personalidad de un enemigo o en la creencia de que los huesos protegían frente a los espíritus malvados.

Y, de todo el cadáver, la parte más preciada era la cabeza: «Hay restos infrecuentes, pero constantes de la extirpación, reelaboración, exhibición y tratamiento meticuloso de restos craneales. Se depositaban en espacios domésticos, en pantanos, al menos uno de los casos estudiados estaba tallado con runas y tenían un tratamiento separado en el proceso mortuorio», reza el estudio, que se ha publicado en la revista World Archaeology.

El estudio se alinea con el célebre cráneo de Ribe, datado en la Edad del Hierro, que está marcado con runas antiguas y los nombres de los dioses nórdicos Odin y Tyr. Un agujero perforado en la parte superior sugiere que se había utilizado como un «amuleto», de acuerdo con la investigación.

Otro ejemplo del poder que tenía la cabeza se encuentra en la mitología nórdica. La especialista Gunnhild Røthe recuerda en NRK que dios Mime fue decapitadoOdin cuida la cabeza y la unta con hierbas para que no se pudra. Por ello se mantiene con vida y se convierte en consejera del dios.

Cuerpos de bebés

Como las cabezas, los cuerpos de los bebés fallecidos también tenían un gran valor para los vikingos. También eran enterrados en los sus hogares, pero con una diferencia: mientras que las calaveras aparecen la mayoría de las veces fuera de las casas, los restos infantiles se suelen encontrar en las estancias más íntimas.

«Algunos niños pequeños, especialmente los recién nacidos y hasta un año, fueron enterrados en cimientos y pozos en el patio y junto a chimeneas donde comían y cocinaban», ha señalado Hem Eriksen, que indica en su estudio que los niños eran percibidos «como mágicos» y que era una tradición enterrar sus cuerpos en la casa durante generaciones. «Es posible que crearan un vínculo entre las personas, las casas y el lugar. Lo mismo puede aplicarse a las partes del cráneo», concluye esta especialista.

Al poner tales actos aparentemente grotescos en una perspectiva histórica, Rothe ha matizado que el pasado muestra que no podemos dar por sentados los valores de hoy: «Nuestros antepasados vivían en una sociedad que estaba impregnada de violencia. Entonces las personas pensaba completamente diferente sobre la dignidad humana y el cuerpo».

«Tenemos que investigar más sobre las víctimas de la Edad del Hierro y su relación con la muerte. También debe haber más indagaciones sobre los esclavos, niños, ancianos…, que pagaron el precio por el surgimiento de comunidades y reinos de guerra durante el primer milenio», dice Eriksen. (ABC)

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