Nuevo enigma sobre los inicios de la ganadería
En una investigación se ha logrado secuenciar el genoma mitocondrial más antiguo del ancestro inmediato de las vacas modernas analizado hasta la fecha. Los restos, de unos 9.000 años, aparecieron al lado de una mujer. ¿Por qué iban con ella, si aún no se había domesticado el ganado?
La relación del ser humano con los uros (Bos primigenius) fue muy estrecha desde sus inicios, primero cazándolos y después, criándolos y seleccionándolos.
Esta especie extinta de mamífero es poco conocida en la península Ibérica porque sus restos esqueléticos son difíciles de distinguir de los restos de bisontes. De hecho, en muchos yacimientos se cita la presencia de «grandes bóvidos» al no poder diferenciarlos. A escala europea también hay escasez de datos genéticos.
Un equipo internacional de especialistas, que incluye a científicas de la Universidad de A Coruña en España, ha conseguido extraer ADN mitocondrial de rumiantes de diversas épocas en Galicia. Entre ellos han analizado restos de B. primigenius de la cueva de Chan do Lindeiro (Lugo, Galicia, España). Estos restos se encontraron en una sima junto con los fósiles humanos de la pastora de O Courel «Elba», con una datación de unos 9.000 años de antigüedad. Los uros analizados no son los más antiguos descubiertos, pero sí son los más antiguos cuyo ADN mitocondrial se ha secuenciado hasta el momento. Curiosamente, aunque se encontraron juntos, son genéticamente muy diversos.
«Su hallazgo en la sima junto con una humana es un gran enigma. Vistas todas las evidencias, como su cronología similar y el hecho de que los huesos estén entremezclados en la base de un desplome por el hundimiento del terreno –a unos 15 o 20 metros de profundidad–, nosotros pensamos que la mujer y los uros iban juntos. Esta interpretación es controvertida porque en esa época no se considera que hubiera domesticación», explica Aurora Grandal, investigadora de la Universidad de A Coruña y coautora del estudio que publica la revista académica PLoS ONE.
El análisis de su ADN mitocondrial no ha permitido emparentar a estos tres uros con las actuales vacas modernas de la Península. Para indagar en ese posible parentesco, lo siguiente que quiere hacer el equipo de investigadores es analizar el ADN nuclear.
Hasta ahora se habían descrito distintas variedades de uro, solo basándose en su morfología. Los tres que han sido analizados en este trabajo son del haplogrupo P, característico de la especie. Sin embargo, se diferencian unos de otros en un gran número de pares de bases (piezas que forman las secuencias genéticas), algo llamativo para ser coetáneos. «Esto puede indicar que eran de procedencias diferentes, en un escenario en el que la mujer Elba tuviera un papel activo; o un rasgo que simplemente reflejase una altísima variabilidad genética en los uros», asegura la investigadora.
El ganado doméstico fue introducido en España por los primeros pobladores y sociedades agrícolas. Debido a la ausencia de yacimientos neolíticos en Galicia, se sabe muy poco sobre el proceso en esta región.
Para extraer información sobre la introducción de esta ganadería en Galicia, los investigadores tomaron muestras de 18 fósiles de ganado vacuno procedentes de distintas edades y de diferentes cuevas de montaña gallegas, de los cuales once fueron sometidos a la secuenciación del genoma mitocondrial y al análisis filogenético.
El estudio de los tres uros reveló su parentesco con los de otras zonas de Europa. «Al estudiar su ADN mitocondrial, que se transmite casi intacto de madres a hijos, podemos determinar en qué zonas geográficas predominaban los diferentes linajes y cuáles fueron sus movimientos por el cambio de las condiciones climáticas o por el propio ser humano tras el inicio de la ganadería», explica la paleontóloga y veterinaria Amalia Vidal, coautora del trabajo en la misma universidad.
Los primeros proyectos buscaban generar fenotipos similares a la especie que se trataba de recrear (como se hizo con el bovino de Heck), pero los más modernos también utilizan el ADN como fuente de información», concluye Vidal.
La organización social los rebaños de uros se supone que era similar a la de sus descendientes vacunos domesticados: un solo macho que es relevado por otro al debilitarse y su grupo de hembras.
Los nuevos machos, cuando alcanzan la edad adulta, no permanecen en el grupo, las hembras sí. De esta manera, lo normal es que las hembras de un mismo grupo sean parientes y que, por tanto, sus linajes mitocondriales sean similares.
La vaca doméstica procede de la domesticación del uro, pero no en la península Ibérica sino en Asia, concretamente en oriente Medio y a partir de un número reducido. Así surgió la vaca doméstica, que luego se expandió junto con los humanos hasta ocupar toda Europa.
En Italia, algunos investigadores afirman que las vacas ya domesticadas tuvieron aportes genéticos de uros locales. También en las islas británicas. La contribución de uros locales a las vacas se observa mejor en el ADN nuclear y se detectó en algunos casos de razas del norte de Europa.
En el norte peninsular, las vacas domésticas más antiguas tienen entre 7.000 y 6.000 años aproximadamente. (Fuente: FECYT / SINC)