Hacia la creación de una vacuna contra el Mal de Chagas
El Mal de Chagas es una de las veinte enfermedades que la OMS califica como desatendidas. En el mundo hay entre 6 y 8 millones de personas infectadas, una cifra total incierta a causa de que muchas personas desconocen que tienen la enfermedad de Chagas. Solo en la Argentina, la cifra de infectados es de 1,6 millones y la de personas en riesgo es de unos 7 millones.
La Universidad de Buenos Aires (UBA) en Argentina trabaja en una vacuna de última generación que ya se encuentra en las últimas etapas preclínicas.
Vacuna para una enfermedad invisibilizada
La enfermedad de Chagas se transmite a las personas a través de una especie de chinche conocida como vinchuca. La transmisión ocurre cuando este insecto defeca en la piel de una persona, lleva a que esta se rasque y permita así la entrada del parásito Trypanosoma cruzi, causante de la enfermedad.
Unas setenta millones de personas viven en áreas expuestas al Mal de Chagas en el mundo, En tales áreas prospera la vinchuca. Es endémica en 21 países, en su mayoría de América Latina. Mueren 12.000 personas por año, y unos 9.000 recién nacidos se infectan durante la gestación, por el hecho de que sus madres eran asintomáticas.
La única forma en que puede contagiarse de persona a persona es a través de transfusiones de sangre, trasplante de órganos, o de una madre a su feto. Otra vía puede ser el consumo de alimentos y bebidas contaminadas con las heces de la vinchuca.
Si bien el Mal de Chagas es casi totalmente curable si se trata en las etapas iniciales con los medicamentos Benznidazol y Nifurtimox, el principal problema con esta enfermedad es que muchos desconocen estar infectados durante la etapa en que deberían ser tratados, ya que los dos o tres primeros meses son asintomáticos. A la vez, ambos fármacos tienen importantes efectos secundarios en la salud de los pacientes.
Por esta razón, es muy importante el trabajo de la UBA en una vacuna de última generación, de bajo coste y fácil administración. Es aplicada sin agujas, solo por un espray nasal similar al que se utiliza para la congestión nasal, o para problemas de rinitis.
Una quimera genética
La vacuna llamada Cruzivax no solo podrá utilizarse como prevención sino también de forma terapéutica para aquellos que ya están infectados, a fin de modular la respuesta inmune y proteger de la enfermedad, tanto en solitario como en combinación con uno de los fármacos utilizados normalmente en los tratamientos, el Benznidazol.
Ya se han pasado las pruebas en ratones, perros y primates no humanos, así como los estudios de producción de los componentes que se puedan administrar a humanos. También los estudios de seguridad y toxicidad, y formulación de la vacuna para administración nasal. Todo esto se presentará en las agencias regulatorias para obtener autorización del estudio de fase I en humanos con el fin de evaluar la seguridad y la dosis.
“Esperamos que Cruzivax nos permita desarrollar una estrategia de vacunación profiláctica y otra terapéutica eficaz para proteger de la infección o mejorar la evolución y el pronóstico de individuos que padecen la enfermedad de Chagas”, contó Emilio Malchiodi, investigador de la UBA y del CONICET y profesor titular de Inmunología en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la citada universidad.
Malchiodi es el director del Instituto de Estudios de la Inmunidad Humoral de la UBA y del CONICET, y director del proyecto Cruzivax en la Argentina. Este último inició los trabajos experimentales en animales a mediados de 2019, los cuales se vieron seriamente afectados por la pandemia de COVID-19. En parte por las restricciones, y principalmente porque todos los científicos del mundo encauzaron sus esfuerzos hacia una solución a la crisis sanitaria mundial que generó el COVID-19.
“Después de años de trabajar en la identificación de una vacuna –afirmó Malchiodi– logramos desarrollar un antígeno vacunal por ingeniería genética a partir de porciones de tres proteínas del parásito, que resultan importantes para infectar y penetrar en las células humanas. Este antígeno quimérico, que llamamos Traspaína, en combinación con un adyuvante de última generación, demostró ser protectivo contra la infección por Trypanosoma cruzi”.
Esta llamada quimera, que es la unión de porciones de tres antígenos en uno diseñado genéticamente, resulta una ventaja no solo inmunológica, sino también económica. Al estar todo en uno, reduce mucho los costos de producción, y por ende, el precio final de la vacuna.
Pero no solo es novedoso y original el sistema inmunológico de la vacuna, sino también la forma en que será aplicada. No se dará con una inyección, como la mayoría de las vacunas, sino que se utilizará un espray nasal. Es importante desencadenar la respuesta inmune por esa vía cuando se lucha contra un parásito que entra por la piel y las mucosas.
“Nos aprovechamos del sistema inmune de mucosas, que puede generar una respuesta inmune importante que luego se hace sistémica”, explicó Malchiodi a Argentina Investiga. “Es decir, aparecen los anticuerpos en la mucosa nasal, y luego en el torrente sanguíneo. Es lo que se conoce como recirculación linfocitaria entre todas las mucosas”.
Al mismo tiempo que avanzan en esta vacuna, el equipo de Malchiodi ha colaborado con la lucha contra COVID-19, y están trabajando en otras dos vacunas, una contra la fiebre amarilla y otra contra la leishmaniasis, dos enfermedades también producidas por parásitos.
El proyecto Cruzivax recibió apoyo económico europeo, y está formado por un consorcio internacional de once grupos de investigación y desarrollo con capacidades complementarias, incluyendo al de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA, tres grupos en Portugal, uno en España y otros en Francia, Hungría, Alemania y Bélgica.
Los centros y universidades científicas participantes son: Helmholtz Centre for Infection Research (HZI); Universidad de Buenos Aires (UBA); Universidade Nova de Lisboa (UNL); Commissariat à l’Energie Atomique et aux Energies Alternatives (CEA); Instituto de Biologia Experimental e Tecnológica (iBET); GenIbet Biopharmaceuticals (GenIbet); ASA Spezialenzyme GmbH; ATRC Aurigon Toxicology Center Ltd. (ATRC); Center for the Evaluation of Vaccination (CEV); Barcelona Institute for Global Health (ISGlobal) y Vakzine Projekt Management GmbH (VPM). (Fuente: Matín Cagliani / Universidad de Buenos Aires / Argentina Investiga)