Profundizando en el envejecimiento del sistema inmunitario
Unos científicos han conseguido describir mecanismos de envejecimiento inmunitario a través del estudio de amígdalas de personas de distintas edades.
La investigación, a cargo de especialistas del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y de la Universidad de Buenos Aires (UBA), en Argentina ambas entidades, se centró en los citados órganos linfáticos, que son considerados la primera línea de defensa del sistema inmunitario. El avance contribuirá a conocer mejor las diferencias en la susceptibilidad a distintos patógenos entre niños y adultos y también aporta datos útiles para el desarrollo de vacunas.
Hasta el momento, se desconocían los mecanismos celulares que determinan por qué se inicia en la pubertad una disminución franca del tamaño de las amígdalas, tejidos considerados “cuarteles inmunitarios” ubicados en la intersección de las cavidades oral y nasal que otorgan protección a las vías respiratorias altas.
Ahora, el citado estudio ha logrado revelar mecanismos celulares que son determinantes en los cambios que ocurren en esos órganos linfáticos en función de la edad.
“Nuestro trabajo ayuda a comprender las diferencias en la susceptibilidad a patógenos entre niños y adultos y también aporta información celular y molecular que podría influir en el desarrollo de vacunas basadas en espray oral y nasal destinadas a ser aplicadas en esos sitios mucosos (las amígdalas) para que actúen contra diferentes infecciones”, destaca Eloísa Arana, líder del estudio e investigadora del CONICET en el Instituto de Inmunología, Genética y Metabolismo (INIGEM, CONICET-UBA) situado en el Hospital de Clínicas José de San Martín – UBA.
De acuerdo con la investigadora, la información obtenida en el nuevo estudio mejora la comprensión de la variabilidad en la infección sintomática presentada por distintos grupos etarios a patógenos como el virus de Epstein Barr y/o el coronavirus SARS-CoV-2. “Por ejemplo el decaimiento amigdalino que documentamos en los adultos puede ser un factor influyente en la mayor frecuencia de sintomatología causada por el SARS-CoV-2 en esa franja etaria en comparación con los niños. La vía de infección de este virus es precisamente la mucosa oronasofaringea (nariz y boca)”, explica Arana, doctora en Bioquímica y Biología Molecular, directora del Laboratorio de Fisiopatología de linfocitos B del INIGEM y docente de Inmunología Humana en la Facultad de Medicina de la UBA.
Primera línea de defensa del sistema inmunitario
Las amígdalas contienen centros germinales que son “fábricas” de anticuerpos del organismo por ser sitios de proliferación de linfocitos B, unas células encargadas de identificar la presencia de patógenos y responder en consecuencia.
Mediante el uso de técnicas inmunes complejas y otros procedimientos, el equipo de investigación analizó células aisladas de biopsias de 95 amígdalas de pacientes de entre 2 y 39 años de edad atendidos en la División de Otorrinolaringología pediátrica del Hospital de Clínicas (UBA) y en el Instituto Otorrinolaringológico Arauz.
El descubrimiento principal del trabajo liderado por el equipo de científicos del CONICET y de la UBA fue la detección de un tipo particular de células B, llamadas “Células B CD39highCD73+”, que se acumulan con la edad y cuya función tiene que ver con la supresión de la inmunidad. “Son linfocitos B especializados en degradar mediadores inflamatorios, y en generar moléculas antiinflamatorias”, explica Rocío Pastor, primera autora del trabajo y becaria doctoral en el INIGEM.
“Asimismo, descubrimos una correlación entre la acumulación de estas células reguladoras de la función inmune y la disminución del tamaño y la cantidad de los centros germinales, cuestión que también caracterizamos en el estudio como un fenómeno manifiesto a partir de los 10 años aproximadamente”, puntualiza Arana.
El equipo de investigación demostró que las amígdalas también son sitios de acumulación de “células B de memoria” con la edad. “Los linfocitos B de memoria garantizan protección contra patógenos conocidos, es decir, que infectaron al organismo en el pasado. Estas células inmunes son capaces de ‘recordar’ ese agente patológico e inducir una producción más rápida de anticuerpos en futuras infecciones”, explica Juliana Puyssegur quien inició este estudio para su tesina de grado en el INIGEM y actualmente es becaria doctoral en el Instituto de Medicina Experimental (IMEX, CONICET – Academia Nacional de Medicina). Y agrega: “Esto significa que la mayor susceptibilidad presentada por los adultos no se da para los patógenos de larga data en el entorno ambiental de los individuos sino para patógenos desconocidos para el individuo adulto”.
Las vacunas ideales para prevenir infecciones de las vías respiratorias altas “serían aquellas que se puedan aplicar en la misma mucosa de entrada en forma de espray, por ejemplo”, explica Arana. Y continúa: “Ha habido intentos (con resultados dispares) de vacunas por el estilo para la prevención de la gripe. Los resultados de nuestro estudio también contribuyen a comprender la dificultad en alcanzar el éxito aplicando vacunas en adultos por esta vía en virtud del decaimiento de la capacidad de respuesta inmune local en función de la edad que develamos en nuestro trabajo”.
El estudio se titula «Role of germinal center and CD39highCD73+ B cells in the age-related tonsillar involution». Y se ha publicado en la revista académica Immunity & Ageing. (Fuente: Bruno Geller / CONICET. CC BY 2.5 AR)