Biblioteca de Urzagasti llega a los jóvenes en los 50 años de Tirinea

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Ha pasado medio siglo desde la publicación de Tirinea, la primera novela Jesús Urzagasti que descubrió un escritor fundamental para las letras bolivianas. Para conmemorar el aniversario, su familia ha abierto la Biblioteca Urzagasti-Montero para que llegue a centros públicos y comunitarios. “Es el momento de dar lo que amamos y de acercarnos a la memoria de los ángeles”, dice la esposa del desaparecido autor, la poeta Sulma Montero.  

Con el lema Un país pobre no se puede dar el lujo de ser ignorante, nació la celebración en honor a los 50 años de la publicación de Tirinea por la editorial Sudamericana en 1969, que consistió en la apertura de parte de la Biblioteca Urzagasti-Montero, así como también en el  relanzamiento de su obra”, explica Sulma.

Tirinea, considerada una de las diez novelas fundamentales, rompió los cánones de su época con  una historia fragmentada, construída a contrapunto con dos personajes: Fielkho, un ex- estudiante universitario de provincia, y “el viejo”. Urzagasti la escribió en 1967, tenía 26 años y la fuerza imparable del Chaco que lo acunó.

Fue  la primera de siete novelas (En el país del silencio, entre ellas) y cuatro poemarios: Yerubia, La colina que da al mar azul, El árbol de la tribu, entre otras obras.  Jesús, el maestro, fue también periodista y nunca dejó  la escritura. Falleció el 27 de abril de 2013, tenía 71 años.

“Estoy sorprendida por la luz que nos brinda la escritura de un hombre nacido en uno de los  rincones más alejados de Bolivia como lo es el Monte chaqueño, con una pasión que sólo alcanzan los iluminados, los que a pesar de la adversidad resisten y luchan entregados totalmente a la actividad creadora. Pertenece a los que finalmente se imponen, pues llegó de su amada provincia de árboles, no sólo para trascender con su impecable trabajo, sino para quedarse indiscutiblemente como un escritor imprescindible”, resume Sulma quien lo conoció quizás mejor que nadie.
 
  El medio siglo de Tirinea fue la oportunidad para compartir la  biblioteca de su autor. “Fue un acto de desprendimiento en honor a su memoria, pues Jesús era un hombre muy generoso”.

Durante meses, Montero seleccionó los libros, revistas, folletos, periódicos, etc. versados en distintas materias y ciencias. “A veces no podía dormir porque me recordaban entrañables momentos, algunos no querían irse y otros se sentían liberados”.

Más 2.000 ejemplares fueron donados por la familia de Urzagasti.  “Uno de los deseos mayores de Jesús era que lo lean, en ese sentido dispuse de más de 2.000 ejemplares bellamente cuidados de sus obras, estos fueron compartidos con la UPEA y llegaron hasta Cruz Loma en los Yungas, Achachicala, a Oruro, al Gran Chaco, a Santa Cruz, a Sucre”, dice Sulma. (Pag.Siete)

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