La infernal cara nocturna del planeta WASP-121b

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Sumido en una noche perpetua, el hemisferio del planeta WASP-121b donde nunca brilla su sol, no se libra de sufrir un calor atroz, acompañado de otras condiciones ambientales más extremas que las reinantes en cualquiera de los planetas de nuestro sistema solar.

Según los resultados de un estudio basado en observaciones pioneras que han permitido vislumbrar lo que sucede en la cara nocturna de ese mundo, en ese hemisferio hay nubes de hierro, lluvia de titanio y vientos mucho más fuertes que cualquiera de los existentes en la Tierra.

El estudio lo ha realizado el equipo de Thomas Mikal-Evans, del Instituto Kavli de Astrofísica e Investigación Espacial, adscrito al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Estados Unidos.

WASP-121b es un planeta gigante gaseoso de gran masa y casi el doble de tamaño que Júpiter. Fue descubierto en 2015, en órbita a una estrella situada a unos 850 años-luz de la Tierra. El planeta, aunque es de tipo gigante gaseoso como Júpiter, difiere mucho de este en la temperatura. WASP-121b está tan cerca de su estrella que tiene una de las órbitas más cortas detectadas hasta la fecha, dando una vuelta entera alrededor de su estrella en apenas 30 horas.

La gravedad de la estrella, a tan corta distancia, hizo que en el planeta su rotación se adaptase de tal modo a su movimiento de traslación que ahora siempre presenta la misma cara a su estrella. Como resultado de ello, tiene un lado donde siempre es de día y otro donde siempre es de noche.

Las observaciones del hemisferio nocturno realizadas en el estudio, en combinación con mediciones del lado diurno, han permitido a los investigadores hacerse una idea bastante detallada de la estructura y funcionamiento generales de la atmósfera de este planeta.

Mikal-Evans y sus colegas consiguieron confeccionar un mapa de los drásticos cambios de temperatura entre el lado diurno y el nocturno, y ver cómo estas temperaturas cambian con la altitud. También rastrearon la presencia de agua a través de la atmósfera para mostrar, por primera vez, cómo el agua circula entre el lado diurno y el nocturno del planeta.

Mientras que en la Tierra los ciclos del agua constan de la evaporación, la condensación en nubes y la lluvia, en WASP-121b el ciclo del agua es mucho más radical. En el lado diurno, con temperaturas superiores a los 2.700 grados centígrados, las moléculas de agua se rompen. Los átomos son arrastrados hacia el lado nocturno, donde una temperatura más fría permite que los átomos de hidrógeno y oxígeno se recombinen en moléculas de agua, que luego vuelven al lado diurno, donde el ciclo comienza de nuevo.

El equipo calcula que el ciclo del agua en el planeta se mantiene gracias a los vientos que arrastran los átomos alrededor del planeta a velocidades de hasta 5 kilómetros por segundo (unos 18.000 kilómetros por hora).

También parece que el agua no es lo único que circula por el planeta sujeto a la exótica meteorología. Los astrónomos descubrieron que el lado nocturno es lo bastante frío como para albergar nubes de hierro y corindón (un mineral presente en rubíes y zafiros). Estas nubes, al igual que el vapor de agua, pueden ser arrastradas hacia el lado diurno, donde las altas temperaturas vaporizan los metales en forma de gas. En el camino, puede producirse una lluvia exótica, compuesta de elementos químicos como el titanio y materiales varios de las nubes de corindón. (Fuente: NCYT de Amazings)

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