Los polacos temen que Putin apunte a Europa oriental después de Ucrania

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En la Polonia que acoge con los brazos abiertos a las ucranianas con sus hijos, las heridas históricas del siglo XX están muy vivas también entre la gente joven. Durante la Segunda Guerra Mundial, Polonia fue masacrada por invasores: la Alemania de Hitler y la Unión Soviética de Stalin se repartieron el país (pacto Ribbentrop-Mólotov de 1939), y la ocupación nazi infligió gran sufrimiento a la población además de perpetrar el Holocausto. Después vinieron más de cuatro decenios de invierno comunista.

En la Segunda Guerra Mundial, nadie nos ayudó, algún país nos dio un pequeño apoyo, pero poco; como polaca que conoce la historia de Polonia y la historia de Europa, creo imposible no ayudar a personas que sufren una guerra”, dice Michalina Dobeciewska, girl scout de 19 años en la estación de tren de Przemsyl.

Michalina ha venido en furgoneta a esta localidad fronteriza con Ucrania –convertida en gran vía de entrada de refugiados por el sudeste– junto a diez compañeros desde Gostynin, ciudad al oeste de Varsovia. “Putin es un loco y una persona perversa que tiene un enorme poder en sus manos, por eso debemos pararle; le demostraremos que nosotros también tenemos poder, porque somos una gran comunidad europea”, defiende la estudiante. Y en seguida puntualiza: “Pero sé que no todo el pueblo ruso está de acuerdo con los actos de Putin”.

A finales del pasado enero, Polonia era el segundo país europeo, de los siete analizados en un sondeo del laboratorio de ideas European Council on Foreign Relations (ECFR), en el que más gente (un 20%) veía “muy probable” una invasión rusa de Ucrania este año. El primero era Rumanía, otro país del este, con un 31%.

La agresión de la Rusia de Vladímir Putin a la vecina Ucrania toca una cuerda muy sensible en la población polaca. Nosotros, piensa la mayoría, podemos ser los siguientes. “Hay gente en el lado ucraniano que necesita ayuda, eso es lo primero”, dice Pawel, de 30 años, que regenta una café en el casco antiguo de Przemsyl. “Lo segundo es Putin; ese hombre está loco, es un monstruo; en mi opinión, si logra tomar Ucrania, en cinco o seis años irá a por los países bálticos, y su siguiente parada será Polonia”, sostiene.

En la Europa oriental, que siente el aliento ruso en el cogote como antes experimentó el dominio soviético, el concepto de seguridad ha sido siempre muy distinto al de la Europa occidental, aunque ahora también esta esté revisando a marchas forzadas sus viejas certezas. En el este europeo, prisionero de la geografía política, el apego a la OTAN y a Estados Unidos como garantes es mucho más profundo y existencial. Polonia ingresó en la OTAN en 1999; en la UE, en el 2004.

Ahora, Polonia, el país de la región que más invierte en defensa, subirá aún más el gasto. “Habrá una enmienda, el 3% del PIB en defensa el año que viene, y después más”, dijo Jaroslaw Kaczynski, líder del partido gubernamental Ley y Justicia (PiS), la semana pasada en el Parlamento. La ley de Defensa de la Patria, un texto anunciado en octubre, preveía un 2,5% de gasto a partir del 2024, tras los últimos años sostenidos con el 2% , el porcentaje mínimo que quiere la OTAN.

En realidad, da igual quién es el agresor –reflexiona la joven Michalina volviendo a Putin–. Aquí hay niños en peligro, es terrible y horroroso, nadie debería tener que pasar por algo así”. Su instituto hizo una colecta, y les dispensa de clase para que estén aquí con material humanitario. Dormirán en sacos en el suelo en un pequeño local de los scouts de Przemysl: “Para no quitar alojamiento a las personas refugiadas, lo último sería estorbar”. (La Vanguardia)

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